miércoles, 24 de febrero de 2016

La realidad

«Así que, eliminando la mentira, decíos la verdad unos a otros, pues somos por igual miembros» (Ef 4,25)

Vestirse de sayal y cubrirse de ceniza sería la otra cara de esa moneda. Como quien se quita el maquillaje frente a un espejo, para encontrarse con la piel desnuda. Como quien se va despojando de capas o ropas y va quedando desprotegido.

En este tiempo de ceniza insistimos en poder ver nuestra verdad sin adornos. No se trata de mortificarme, o de decir: «no valgo nada». Eso sería ridículo, y falso.

Es intentar verlo todo, lo bueno y lo malo. Mirarme, y saber quién soy. Aceptar la limitación, reconocer el talento y el error. Descubrir las grietas, para ver si hay que hacer algo con ellas. Confiar en ese Dios que me conoce mejor que yo mismo. Y poder compartir este ser mío con otros.

¿Cuál es mi verdad, ante Dios, ante mí mismo, ante los otros?
¿En quién confío?

pastoralsj.org