Mostrando entradas con la etiqueta Cuaresma. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cuaresma. Mostrar todas las entradas

domingo, 21 de marzo de 2021

Siémbrate, crece...


Jn 12,20-33

La pedagogía del grano de trigo es tan sabia y espiritual que tendríamos que tenerla más presente en nuestro proceso vital. La enfermedad, la muerte, nos espanta de alguna manera. Sin embargo, solo desde la limitación, la entrega, el darse hasta el final, el morir… es la vía para la vida. Ahí se desparrama, se extiende el Amor. Por eso: Siémbrate, crece… y comparte.

La Cruz es la vía del crecimiento. Ahí florecerá la espiga que se convierte en alimento. Todos estos textos que nos preparan a la Pascua del Señor, nos ayudan al cambio de mentalidad y a entrar en la esperanza del sueño de Dios para la humanidad.

Seamos grano de trigo… pequeño, que cae y muere. Confiemos en el Dios de la Vida. Siempre. Y en su Amor. Sin límite.

Dibu: Patxi Velasco FANO

Texto: Fernando Cordero ss.cc.

http://blogs.21rs.es/



domingo, 14 de marzo de 2021

Encuéntrate con Jesús e ilumina

 

Jn 3,14-21

Acercarse a la Luz es acercarse a Jesús. Ya puede estar todo oscuro, en tinieblas, que si Jesús está cerca su Luz nos inunda. Eso es causa de profunda alegría. ¡Encuéntrate con Jesús e ilumina!

En la noche, en nuestras oscuridades, podemos dejarnos prender por la luz de Jesús. Esto le pasó a Nicodemo y a tantos otros que a lo largo de la historia se han dejado “encender” o “iluminar” por el Señor.

Un Evangelio positivo, desafiante porque nos habla de andar en la verdad, como Teresa de Jesús. Un Evangelio que nos llena de Luz y de esperanza. ¡Nos hace tanta falta! Un Evangelio para que resplandezca lo bueno, generoso, amable, solidario que hay en cada uno de nosotros. Un Evangelio para que brille el Amor de Cristo, fuente de toda luz y de todo amor.

Dibu: Patxi V. FANO

Texto: Fernando Cordero ss.cc.

http://blogs.21rs.es/



domingo, 7 de marzo de 2021

Elimina lo que te sobra

 

Jn 2,13-25

¿Jesús se enfada alguna vez? Sí, se enfada. Más que enfadarse se pone triste cuando ve los tinglados que armamos las personas. Y, sobre todo, lo que no puede soportar es la injusticia y que se manipulen las cosas de Dios, que a Dios se le ponga precio, cuando Él es toda gratuidad, donación y amor. Dios es así porque ama así, porque el ser de Dios es la donación hasta el extremo. Quizá no entendamos cómo es Dios, pero lo que está claro es que nadie tiene la exclusiva o el copyright de su modo de actuar.

Tampoco Dios es barato o está de rebajas. Dios es como es. Y nosotros somos como somos. Parezcámonos un poquito más a Él y menos a las “etiquetas comerciales” de nuestro mundo. Mandemos a la papelera de reciclaje lo que no nos conviene ni ayuda en este camino hacia la Pascua. Vacíate. Elimina lo que te sobra.

Nos dice Fano: “A veces el móvil ‘se peta’, es necesario borrar archivos para funcionar bien, eso es el ayuno. Hazte un hueco entre tantas cosas, un espacio para ser más libre. Otra idea, es lo de subir las cosas a la nube, al cielo. A veces estoy tan sobrecargado que debo guardar las cosas de mi vida en lo alto, ofrecerlas y abandonarme. Dejemos de acumular angustias y subámoslas a la nube (Padre, me pongo en tus manos…)”.

Dibu: Patxi Velasco FANO

Texto: Fernando Cordero ss.cc.

http://blogs.21rs.es/





domingo, 28 de febrero de 2021

¡Sube a la nube!

Mc 9,2-10

Este Domingo nos toca ejercicio de educación física. Mejor, de educación o ejercicio espiritual. Vamos a subir, para estar con Jesús y luego bajar de nuevo a lo cotidiano. Parece un ejercicio de “perogrullo” pero es vital. Es vital rezar y comunicarnos con el cielo. Subir a la nube.

Cuando estemos arriba, se nos hará una invitación de gran calado: “Escuchadle”. Necesitamos que la Palabra llegue a nuestro día a día, a nuestras relaciones, nuestro trabajo y, sobre todo, a nuestro centro: el corazón de piedra que ha de convertirse en corazón de carne.

Dicen que solo tenemos una boca y dos orejas, porque es muy importante el ejercicio de la escucha. Un buen propósito cuaresmal: escuchar a Dios y a los que nos rodean. Y subir, subir a la nube, sobre todo en este tiempo tan complejo y doloroso que nos ha tocado vivir. ¡Adelante!

 

Dibu: Patxi Velasco FANO

Texto: Fernando Cordero ss.cc.

http://blogs.21rs.es/



domingo, 21 de febrero de 2021

Una recarga en el desierto

Las tentaciones tienen sus luces y sus brillos, aún más cuando nos tomamos en serio el camino cuaresmal. Jesús no se deja seducir por las técnicas del tentador que, aunque llamativas, son externas y efímeras. Su propia vida es respuesta clara a una manera de vivir en la que vemos estos contrastes:

– Frente al poder y la fuerza, el camino de la humildad y del servicio.

– Cuando queremos ser los primeros, Él nos invita a ser los últimos, porque los últimos serán los primeros, no los agobiantes que tienen que ser siempre los primeros en todo. ¡Y si nos da por ser primeros en amar, en servir…! ¡Genial!

– Y la tentación del ganar. Él nos dice: “quien pierda su vida por mí, la encontrará”. Perder para ganar. Otra forma de afrontar la existencia.

– Poderoso caballero es D. Dinero, que la cosa viene de lejos. Compartir, solidarizarnos, buscar un sistema más justo… ¡Menuda tarea!

Vayamos al desierto para recargar la batería de nuestra vida con los latidos de su Corazón.

Dibu: Patxi Velasco FANO

Texto: Fernando Cordero ss.cc.

http://blogs.21rs.es/



domingo, 29 de marzo de 2020

Comentario del Evangelio del V Domingo de Cuaresma, ciclo A (Juan 11,1-45)


La Palabra de Dios de este domingo recoge la tercera catequesis mistagógica que en la Iglesia primitiva se le ofrecía a aquellos que iban a ser bautizados y a incorporarse a la Iglesia como cristianos. Son catequesis que nos hablan de Cristo como nuestro Señor y Salvador, en quien tenemos puesta toda nuestra esperanza, una esperanza que no defrauda: Cristo es el agua viva que salta hasta la vida eterna (encuentro con la samaritana); Cristo es la luz del mundo que ilumina a quien camina en tinieblas (curación del ciego de nacimiento); Cristo es la resurrección y la vida que ha vencido al pecado y a la muerte (resurrección de Lázaro).

“Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí aunque haya muerto vivirá y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre ¿Crees esto?” De esta manera Jesús interpela a Marta, abatida por la muerte de su hermano que acaba de reprocharle a Jesús que si hubiera estado allí, su hermano no habría muerto.

La enfermedad, el sufrimiento y la muerte son un desafío constante para nuestra fe, porque siendo Dios omnipotente permite que esas experiencias tan dolorosas y dramáticas sucedan en la vida de los seres humanos. En estos momentos y ante el acontecimiento que a todos nos afecta de la pandemia que estamos sufriendo, las noticias de la muerte de tantos, las angustias de los enfermos y de sus familias y la incertidumbre por el futuro que nos llegan a través de tantas noticias e informaciones nos embargan. Podríamos hacer nuestro el comienzo del salmo de este domingo. “Desde lo hondo a ti grito Señor; Señor escucha mi voz, estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica”.

La respuesta la encontramos en el evangelio: “esta enfermedad no acabará en la muerte”. En estos momentos nuestro compromiso cristiano es con la vida y la salud, colaborando en todo lo que nos sea posible para evitar la propagación de la enfermedad, tomando todas las precauciones para que desaparezca lo antes posible esta amenaza a la vida y a la salud de tantos hermanos nuestros. Pero ante la realidad de la pérdida de la vida que se produce por desgracia y sobre todo en los más vulnerables, enfermos y ancianos, nuestra respuesta no puede ser la resignación y la fatalidad. “¿Crees esto?”, es la pregunta de Jesús, “¿crees en la vida eterna, en el cielo que nos espera como la meta última y gozosa de nuestra vida?

En nuestra sociedad, incluso en muchos creyentes esta esperanza que es la que da todo el sentido a nuestra vida está muy oscurecida por una cultura que sólo cree en lo que puede ver, en lo que puede tocar, en lo que tiene al alcance de la mano. Somos ciudadanos del cielo y nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. El tiempo de Cuaresma nos recuerda que somos peregrinos, un pueblo que camina por el mundo pero que tiene su esperanza en el cielo, en la Tierra prometida. En estos momentos que son de incertidumbre, de dudas y tantas veces de preocupación por el futuro y de dolor por el presente, sin duda que nuestra fe es puesta a prueba. Más aún cuando, por las circunstancias actuales, no podemos acceder a la gracia de los sacramentos ni a compartir la fe como comunidad. Pero sí podemos, como nos recordaba el papa el viernes pasado, mantener encendida la lámpara de nuestra oración y atender a los más necesitados como lo sigue haciendo nuestra Cáritas parroquial.

San Ignacio de Loyola tiene una frase llena de sabiduría que ahora más que nunca nos ayuda a afrontar las dificultades y desafíos en los que nos encontramos: “haz todas las cosas como si todo dependiera de ti, pero confía sabiendo que en el fondo todo depende de Dios”. Hagamos lo que en cada día se nos presenta lo mejor que podamos, poniendo todo nuestro empeño, pero no dejemos que todo aquello que no podemos controlar nos angustie ni nos robe la paz porque en el fondo todo está en las manos de Dios. Estamos todos y siempre en manos de Dios, en el presente y en el futuro, en esta vida y en la que está por llegar, la que se inauguró con la Pascua del Señor, la que Él nos ha obtenido al precio de su sangre preciosa. Así que “ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni el presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra criatura nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo nuestro Señor”. ¿Crees esto? Nos pregunta hoy Jesús; “Sí Señor yo creo” respondemos como Marta, aún con el dolor y la incertidumbre, “creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”.

Ignacio Gaztelu
Párroco de Madre de Dios


viernes, 27 de marzo de 2020

Via-Crucis parroquial



Debido a las circunstancias derivadas del Covid-19 no se podrá realizar el Vía Crucis Parroquial físicamente en la Parroquia y calles de la feligresía. Te invitamos a participar visualizándolo en Facebook o en YouTube y así poder seguir las estaciones del vía Crucis de Madre de Dios, hoy viernes día 27 de Marzo de 2020 a las 19:00 Hrs.

Rezaremos por todos los enfermos y pediremos que esta pandemia termine pronto.

No te olvides. ¡Te esperamos!



domingo, 22 de marzo de 2020

Comentario del Evangelio del IV Domingo de Cuaresma, ciclo A (Jn. 9, 1-41)


En este cuarto domingo de Cuaresma, llamado Laetare, viene la Palabra de Dios para iluminar el acontecimiento que estamos pasando, un acontecimiento que nos inquieta y ante el que nos sentimos en gran medida incapaces de comprender y de afrontar. “Lámpara es tu palabra en nuestros pasos, luz en mis senderos” nos recuerda el salmo y precisamente de la luz nos habla el Evangelio de este domingo. Se trata del encuentro de Jesús con el ciego de nacimiento, un hombre que no podía ver, que nunca pudo ver y cuya desgracia muchos atribuían a un castigo divino. “¿Quién pecó, este o sus padres, para que tenga esta desgracia?". Es una tentación el atribuir los acontecimientos difíciles o los sufrimientos como una forma en la que Dios reprende nuestra infidelidad. La respuesta de Jesús niega radicalmente esta idea falsa de Dios: “Ni por el pecado de éste ni por el de sus padres sucede, sino para que se manifiesten las obras de Dios”.

¿Cuál es esa luz capaz de iluminar cualquier tiniebla, esa luz de la que carecía aquel ciego desde su nacimiento? Sin duda es la luz de la fe, la fe en Jesucristo, “mientras estoy en el mundo yo soy la luz del mundo”. La fe, que es sin duda un regalo de Dios que ni nos hemos merecido, ni la hemos conquistado sino, como a aquel pobre ciego, Jesús la da como una pura gracia. La fe que no siempre nos hace ver las cosas con toda nitidez pero que disipa nuestras sombras, que nos permite confiar en la fidelidad de Dios, en su providencia amorosa. La fe en Cristo Resucitado que ha vencido al pecado y a la muerte y es la roca firme en la que podemos apoyarnos con firmeza. “Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo porque tu vara y tu cayado me sosiegan”.

Estamos sin duda en una Cuaresma muy diferente de otras Cuaresmas, nadie podía prever esta experiencia dolorosa y desconcertante de la epidemia que nos envuelve y cuyo desenlace tampoco conocemos. Se trata, sin duda, de una prueba de fe, “no tenemos ni Templo, ni sacerdotes, ni sacrificios que ofrecer a Dios” clamaban los israelitas en el destierro de Babilonia. Parecía que todo había quedado suspendido o desvanecido, pero de ahí el pueblo de Israel salió fortalecido y volvió a recuperarlo todo de un modo nuevo, apreciando como un tesoro a lo que en aquellas circunstancias había tenido que renunciar. En la que nosotros estamos viviendo el Pueblo de Dios no puede acercarse a recibir los sacramentos, ni a compartir la fe en la celebraciones. Esta privación nos puede ayudar a purificar y a redescubrir el don de la Eucaristía, de la Reconciliación, de la comunidad, cuando pase este tiempo de desierto y de tormenta. Es ocasión de profundizar en la oración en el seno de cada hogar, “entra en tu habitación y ora a tu Padre” nos decía el Evangelio del Miércoles de Ceniza. También el ayuno y la limosna lo podemos vivir de otra manera renunciando a la libertad que supone en confinamiento y viviéndolo no sólo como una obligación o una medida de seguridad sino como expresión de fraternidad en especial con los más vulnerables, ancianos y enfermos.

Pero hasta que llegue el momento en que todo pueda superarse, no sabemos cuándo, no estamos solos, no vamos a oscuras. Misteriosamente la comunión en la fe y en la oración, la escucha de la Palabra y la añoranza de la Eucaristía nos sostiene. “De noche iremos, de noche que para encontrar la fuente sólo la sed nos alumbra” cantamos y es verdad: la sed de Dios, el hambre de la Eucaristía, la luz de la fe en el Dios fiel es la lámpara que nos guía por el camino de la paz. No nos vemos pero nos sabemos unidos en oración, en la fe en Cristo Jesús que es la Luz del mundo, de modo que el que le sigue no camina en tinieblas. En su Sagrado Corazón confiamos.

Ignacio Gaztelu
Párroco de Madre de Dios





domingo, 15 de marzo de 2020

Cuaresma, caminar sedientos buscando agua viva


Jn 4, 5-42
A la samaritana le cambia la mirada su encuentro con Jesús. Algo se ha iluminado para siempre en su historia, en su rostro, en sus ojos.
Cuando nos encontramos con Cristo, a la vera del pozo que sacia nuestra sed, terminamos transformados. Ella ya no volverá a ser la misma. Su pasado quedó superado, ahora comienza una nueva etapa, en la que se irradia la luz.
Dejemos en este tiempo de Cuaresma espacio para el encuentro con el Señor, de calidad. La oración, la adoración, la contemplación del misterio de Jesús que camina hacia la Cruz, nos pueden ayudar en esta nueva manera de mirar y de estar en el mundo. Para luego anunciar, como la samaritana, con Quien nos hemos encontrado.
No olvidemos: Cuaresma es caminar sedientos buscando el agua viva.

Dibu: Patxi Velasco Fano
Texto: Fernando Cordero sscc

martes, 10 de marzo de 2020

Celebración penitencial



En nuestro camino cuaresmal, Dios nos dice que somos importantes para Él, a pesar de nuestros pecados. Nos llama a recibir su amor y su perdón, nos invita a la conversión.

El próximo viernes, 13 de marzo, tendremos la celebración penitencial en la parroquia, a las siete de la tarde. Es una buena oportunidad para renovar nuestra esperanza y nuestra amistad con Dios Padre que nos  ama.


Hay una voz en mi interior, Señor,
que me impulsa a decirte:
“¡Perdóname!”

Perdóname, Señor,
las veces que te he ofendido directamente
y las que te he ofendido
en mí o en los demás.
Perdóname, Señor,
las veces que he pretendido juzgarte,
las veces que te he ignorado
y las veces que no te he dado gracias.

Perdóname por haber ofendido a otros
con mi incomprensión y mi arrogancia;
las veces que no he visto
más que sus defectos
y no he sabido reconocer
sus exigencias y sus virtudes.
Perdóname, Señor,
las veces que no he valorado tus dones
y las veces que no he aceptado
mis limitaciones.

Acógeme, Señor, en tu bondad.
Acéptame con mis debilidades y mis errores.
Haz que, con tu perdón,
sea mejor de lo que soy.
Y que, reconciliado contigo,
sea instrumento de reconciliación
entre mis familiares y amigos.



domingo, 8 de marzo de 2020

CUARESMA: tiempo de amigos con los que caminar hacia Dios



Mt 17,1-9
Jesús es Dios. Jesús se nos revela como el Hijo amado de Dios. Se nos invita a escucharle y a transfigurar nuestra vida incorporándolo a Él en la nuestra. ¡Qué bien se está aquí, junto a Ti, “Dios con nosotros”, eso significa su nombre y así se desvela en el Tabor.
Subir para bajar. Encuentro para darse. Alegría para el momento de la prueba. Fraternidad para dar gracias al Padre. Y, en el centro, Jesús, en la montaña que descentra nuestros centros. Unámonos a otros amigos para caminar hacia Dios, porque estamos en Cuaresma, tiempo de las mil posibilidades de aprendizaje y conversión.

Dibu: Patxi Velasco Fano
Texto: Fernando Cordero ss.cc.


domingo, 1 de marzo de 2020

Cuaresma, caminar contracorriente



Mt 4,1-11
Cuaresma es caminar contracorriente. Dejar atrás poder, fama, riquezas, prestigio.
En el desierto, lugar sin caminos, podremos encontrar el Camino, aunque el viento parezca impedírnoslo. En las sombras del desierto se dibujará la cruz. La cuaresma, tiempo de desierto, nos proporciona la oportunidad de quedarnos en tiempo de oración, lugar de desierto para que sorteando tentaciones abracemos al que es la Vida.
Contemplemos y aprendamos del modo de ser y actuar de Jesús. De qué fue lo que le impulsó. De su Amor por el Padre y por la humanidad. Jesús abrazó la Cruz, pero quedó indiferente ante las tentaciones que seducen y destruyen: dinero, placer, poder…
En las sombras del desierto, se dibuja la Cruz. Señor Jesús, en tiempo de Cuaresma ayúdanos a encontrar el camino, sin temer lo que el desierto nos pueda ofrecer. Seguramente nos concederás el don de abrazar el madero que es tabla de salvación.
Dibu: Patxi Velasco Fano
Texto: Fernando Cordero ss.cc.


miércoles, 26 de febrero de 2020

Otra Cuaresma, otra oportunidad


Una vez más, Señor, el calendario y Tú me dais otra oportunidad.
¡Cuántas cuaresmas llevo vividas… y no termino de convertirme!
Pero hoy de nuevo sales a mi encuentro y me recuerdas lo de siempre,
que es nuevo cada día: que me has creado para la felicidad
y que me conviene enderezar el camino.
Me das una nueva oportunidad y me recuerdas tres palabras
que pueden sonar a caducadas, pero que están de plena actualidad,
y que pueden aportar salud mental y espiritual a mi vida.

Una es la limosna. Me invitas a vivir compartiendo,
dando aquello que me sobra,
que me agobia, que me ata, que me quita libertad,
porque cuando doy de lo que tengo me vuelvo más rico.
Cada vez que regalo de lo mío, aunque me cueste,
me siento mejor por dentro,
parece que gano en libertad
y sobre todo en coherencia personal.
No necesito tanto para vivir como yo creo
y a veces atesoro por inseguridad, por afán de tener,
por previsión, por no creerme del todo
que los pajarillos no tienen granero y tú les alimentas…
mientras yo lleno nevera, armarios, estanterías y bibliotecas.
Me das la oportunidad de ayunar,
que es no darme todos los caprichos, renunciar:
a alguna venganza, a continuar una murmuración,
a algunos ocios que me empobrecen
para elegir otros que me enriquecen,
a algunas perezas que me mantienen dentro de mí,
sin abrirme a los demás,
a algunas manías que me dificultan las relaciones y la tolerancia,
a palabras huecas, temas sin sentido
y conversaciones poco constructivas,
a la indiferencia ante el dolor ajeno
que me disculpa del compromiso…
Me das otra oportunidad para sumergirme en la oración,
ese tesoro que mantiene viva nuestra amistad,
nuestra relación y nuestro amor.

Gracias, Señor, por darme esta Cuaresma otra oportunidad.



domingo, 24 de marzo de 2019

Comentario Evangelio del domingo 24 de marzo de 2019 (III Cuaresma, ciclo C) - Lc. 13 1-9


“He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas… me he fijado en sus sufrimientos. Y he bajado a liberarlos… El clamor de los israelitas ha llegado a mí”. (Ex 3,1-8a.13-15). Dios contempla la explotación de su pueblo y no la tolera ya por más tiempo. Oye, ve y actúa, inmediatamente, porque no puede soportar la situación, porque es compasivo y misericordioso (Salmo 102).

¡Se acabó! Ya está bien de quedarse uno pensando en quiénes y dónde están los pobres, los que sufren, los marginados, etc., porque están cerca de nosotros. Lo que nos pasa es que no queremos ver ni oír para no complicarnos la vida, no vaya ser que tengamos que dejar nuestras seguridades y comodidades para dar un giro (conversión) tremendo a nuestro estilo de vida. Es la conversión una actitud necesaria para vivir la Pascua. Ante el Reino de Dios hay que decidirse, hay que optar; ¡y cuanto antes muchísimo mejor! porque no puede esperar.

Está bien eso de discernir los signos de los tiempos, como nos invitaba el Concilio Vaticano II, pero no hay que quedarse en ello mucho más tiempo que el necesario para actuar con coherencia, porque la paciencia de Dios también puede acabarse y solicitar que se corte el árbol que no da fruto (Lc 13,1-9); ese árbol que sólo presenta un color verde llamativo para “aparentar”, pero sólo eso.

Ver, oír, y actuar (ver, juzgar, actuar) es una actitud permanente que me ayuda a revisar mi vida para ponerla acorde con el estilo de vida que Jesús nos viene proponiendo a lo largo de esta cuaresma: atender a las tentaciones que nos rodean para no caer en ellas; orar en los momentos decisivos en los que se nos pide una acción y un compromiso concreto que puede acarrear serios riesgos para nuestra vida; y convertirnos a Dios, plenamente, porque sentimos profundamente el clamor de los que sufren a nuestro alrededor. Sentimos que nuestra vida cristiana se juega en el día a día, en la cercanía con el sufrimiento humano, en la lucha por los derechos humanos de aquellos que más amenazados los tienen –presos, drogadictos, inmigrantes, refugiados, desahuciados, niños, mujeres violentadas…-, en la búsqueda de soluciones ante situaciones de conflictos, violencia e incomprensiones. Se juega en el seguir a Jesús en todo momento, sin desfallecer y sin mirar atrás, a lo que dejamos. “Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios” (Lc 9,62).

También vemos, oímos y actuamos al interior de nuestra propia Iglesia, cuando descubrimos situaciones que se apartan del Reino de Dios haciéndonos vivir un cristianismo sensiblero, lleno de rituales vacíos o de mero folklore y espectáculo callejero; cuando descubrimos actitudes y acciones que poco tienen en cuenta el sentir de los fieles o que se hacen insensibles a los que piensan distinto; o provocan sufrimiento (pederastas); actuamos cuando vemos un clericalismo y autoritarismo que no es evangelio porque no se corresponde con el comportamiento de Jesús de Nazaret.

Vemos, oímos y actuamos en medio de nuestros equipos y grupos, cuando estos no son un modelo de vida cristiana, porque viven sólo pendientes de ellos mismos sin importarles lo que ocurra alrededor. Actuamos si, encerrados en sí mismos, se creen en posesión de la verdad o se apartan de los demás porque ponen en cuestión su estilo de vivir la fe. Y qué decir de los que seguros en sí mismos no permiten que se les hable y ofrezca otro punto de vista. Pues ante todo ello, también actuamos y no permanecemos indiferentes y ajenos sino, que más bien, trabajamos para buscar mejoras y soluciones, para reorientar el camino, para seguir siendo fermento en medio de la masa, para mantener la vista puesta en el Jesús que muere y resucita, en el Jesús que “lento a la cólera y rico en piedad”, sabe de nuestras fragilidades y mantiene la esperanza en el hombre y la mujer concretos de cada momento de la historia, en los cuales ha depositado su espíritu.

José Mª Tortosa Alarcón. Presbítero en la Diócesis de Guadix-Baza


domingo, 17 de marzo de 2019

Comentario Evangelio del domingo 17 de marzo de 2019 (II Cuaresma, ciclo C) - Lc. 9, 28-36


En el segundo domingo de Cuaresma subimos con Jesús a la montaña a orar. Es en la oración donde acaece la transfiguración, un anticipo del Cristo glorioso. Podríamos pensar con la mentalidad práctica actual si era necesario que se pusiera a rezar. Sin embargo, es precisamente su oración la que nos revela su verdadera identidad. Es el Hijo que se recibe plenamente del Padre, y nos recibe con Él. Así lo afirma Jean Lafrance, un maestro espiritual para nuestro tiempo: “Su oración es la expresión de su ser y nos lo revela. Debemos pues aprender de él la oración o mejor todavía dejar que Él ore en nosotros”.
El pasaje de Lc 9,28b-36 es, además, escuela de escucha. PedroJuan Santiago están invitados por el Padre a escuchar con toda su persona: “Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle”. Es difícil vivir sin una luz que ilumine nuestra existencia, que pueble de sentido nuestros oídos, que caldee nuestros corazones y nos lance al compromiso.
El religioso camilo José Carlos Bermejo nos indica cómo se aprende a escuchar, la primera actitud de los cristianos: “capacitándose en el arte de hacer silencio interior, pasa por la disposición a centrarse en el otro, poniéndose a sí mismo entre paréntesis, aprendiendo a manejar los sentimientos que produce el encuentro con la alteridad, especialmente el encuentro con la vulnerabilidad ajena”.
Ponernos en el lugar de Jesús, en ese momento de transfiguración, de luz, de felicidad. Y también en ese anuncio de su muerte en Jerusalén, sin quedarnos dormidos. Podemos decir que la vida cristiana es una experiencia a dos tiempos: es un proceso de transfiguración en el que está presente el componente de entrega, de sufrimiento, de compromiso. Felicidad y esfuerzo, Tabor y Calvario. No podemos potenciar solamente una de las dos dimensiones. Los seguidores de Jesús aceptamos la vida en lo que tiene de dolor, esfuerzo, camino, pero sin añadir más dureza a la existencia. Después de la escucha, hemos permanecer en el silencio ante el Misterio de lo que acontece y se desarrolla en la experiencia propia del Pueblo de Dios.
Escuchar a Cristo y al Pueblo
San Óscar Romero desarrolló la sensibilidad de escuchar a Cristo y al Pueblo. Ante de hablar, escuchaba a su pueblo. Pero no escuchó para paralizar sus opiniones, sino que las tomó en cuenta muy seriamente. Su última carta pastoral la escribió tras hacer un proceso de consulta con las comunidades cristianas. Así lo comenta él mismo: “Y a esto se junta la madurez de nuestra arquidiócesis, a la cual he consultado para escribir esta carta pastoral. Yo saludo en ustedes esa madurez, esa audacia, esa opción preferencial por los pobres, esa riqueza de ideas que ustedes me han dado en esa consulta” (homilía del 6 de agosto de 1979). Esta manera de proceder sigue siendo un desafío para la Iglesia hoy, y para cualquier cristiano que vive su fe en comunidad, en el ámbito familiar o laboral. Escuchar a los otros atentamente y tomarlos en cuenta.
Cuando no se toma en serio la realidad, el clamor de los pobres y la transfiguración del pueblo, la Iglesia puede caer en la tentación de quedarse “en las nubes”. El arzobispo Romero nos recuerda, igual que Jesús, que hay que “bajar”, para encarnarse en los problemas del pueblo y contribuir a transfigurarlo: “Es muy bonito vivir una piedad de solo cantos y rezos, de solo meditaciones espirituales, de solo contemplación. Ya llegará eso en la hora del cielo, donde no habrá injusticias, donde el pecado no será una realidad que los cristianos tenemos que destronar. Ahora, les decía Cristo a los apóstoles contemplativos en el Tabor, queriéndose quedar allí para siempre, bajemos, hay que trabajar” (homilía del 19 de noviembre de 1978).
Bajar de la nube de la autosatisfacción
Hay mucho camino que recorrer, mucho por hacer. No podemos quedarnos de brazos cruzados adelantando la gloria sin pasar por la cruz. No podemos desconectarnos de la realidad de cada día amparándonos en la “música celestial”. Con gran acierto lo expresa Luis Juanós, monje de Montserrat: “No hay cielo ni tierra prometida para los que viven en la nube de la autosatisfacción, ignorando a los demás, para los que suspiran por el cielo despreciando la tierra, y quieren llegar al cielo sin transformar el mundo rehuyendo el ruido de la vida cotidiana”.
Subamos, pues, en este tiempo de cuaresma a la montaña a orar, con Jesús, para tener la experiencia de su gloria y así poder afrontar los desafíos del día a día en el duro camino hacia la cruz. Necesitamos instantes de transfiguración: contemplar su luz resplandeciente que venza nuestra mirada miope y gris. Luz que ilumine la oscuridad que a veces parece envolver la realidad y el transcurrir diario. Y luego bajar del monte, porque lo nuestro no es estar arriba sino abajo, no quedarnos en las nubes sino convivir y comprometernos con los peregrinos de la tierra.
Pero no olvidemos las señales de Jesús, su invitación a que vayamos a lo esencial: el Padre. No podemos olvidar la fuente: Dios. A veces nos da reparo hablar de Él, no tanto de los pobres, del compromiso o de hacer cosas por los demás. Todo ello está ciertamente genial y es lo que debemos hacer. Pero sin olvidarnos de esos ratos de monte Tabor, de encuentro profundo que ensancha el alma y nos hace tender hacia un horizonte de esperanza ilimitado. Jesús nos señala al Padre. Jesús siempre nos ayuda a alcanzar la meta. Su orientación es auténtica, porque vive de la voluntad del Padre, está “agarrado” por el Abba. Entremos en las “señales” de Dios, respetémoslas, así seremos conducidos a la alegría de un Tabor sin fin, hecho de compromisos y gestos concretos, pero con Dios como fuente y fin.
Dibu: Patxi Velasco FANO
Texto: Fernando Cordero ss.cc.


viernes, 15 de marzo de 2019

Conferencias cuaresmales


Hoy viernes comenzamos las conferencias cuaresmales en la parroquia. A las siete de la tarde habrá exposición del Santísimo, Conferencia y Santa Misa. 

¡No faltes!



jueves, 15 de marzo de 2018

Un año más, Te acompañamos

El pasado viernes, tuvimos como ya es tradicional en nuestra parroquia, el Vía Crucis con el Señor de la Buena Muerte por las calles de nuestra feligresía.

El mal tiempo nos dio tregua para poder orar y dar testimonio de nuestra fe en las calles.
En un ambiente de recogimiento y oración, meditamos en cada estación la Pasión y Muerte de Nuestro Señor.

Una vez más agradecemos y felicitamos a la Hermandad de Amor y Sacrificio por la ilusión y el buenhacer con el que han organizado todo para nuestra Parroquia.



viernes, 9 de marzo de 2018

Celebraciones para hoy, 9 de marzo

Os recordamos que hoy tendrá lugar el Vía-Crucis parroquial del Cristo de la Buena Muerte por las calles de la feligresía de nuestra Parroquia de Madre de Dios. Empezará a las ocho de la tarde, después de la Adoración (con posibilidad de confesión, como cada viernes) y la Eucaristía, que hoy se adelanta a las siete y media.

También recordar que el Papa Francisco, en su mensaje para la Cuaresma 2018, anunció la realización de la Jornada “24 horas para el Señor”, hoy viernes 9 y mañana sábado 10 de marzo, en la que al menos una iglesia de cada diócesis permanecerá abierta para permitir a los fieles la oración de adoración y la confesión sacramental. Aquí tenéis el cartel de nuestra Diócesis.



Que este tiempo de conversión nos ayude a prepararnos bien para la gran fiesta de la Pascua.



miércoles, 7 de marzo de 2018

Vía - Crucis parroquial el próximo viernes, 9 de marzo


El próximo viernes 9 de marzo tendrá lugar el Vía-Crucis parroquial del Cristo de la Buena Muerte por las calles de la feligresía de nuestra Parroquia de Madre de Dios. 

Como cada viernes, habrá exposición del Santísimo, siguiendo con la Eucaristía (que ese día será a las siete y media de la tarde). A continuación, sobre las ocho, empezará el Vía - Crucis.

No perdamos la oportunidad de este encuentro con el Señor. ¡Nos vemos el viernes!