Mostrando entradas con la etiqueta Misión. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Misión. Mostrar todas las entradas

domingo, 9 de febrero de 2020

Tengamos las Manos Unidas


Mt 5, 13-16
Somos Iglesia, sal para el mundo, en manos de Dios. Tengamos las Manos Unidas, de generación en generación, para ser sal y luz del mundo, para cuidar el Planeta, nuestra Casa común.
No seamos unos sosos. Para darle calor y sabor a este mundo frío y desabrido, el Padre pone en manos de la comunidad eclesial el salero de la Palabra, de la celebración de los sacramentos, del servicio y del testimonio.
La sal que da más sabor es la de quienes transmiten el Evangelio de Jesús en su vida cotidiana. La de esos cristianos que, de una manera sencilla pero comprometida, saben que su existencia está conectada a que el Reinado de Dios se haga presente.
Preguntas para la semana: ¿Dónde se nota que soy sal? ¿Realmente soy sal? ¿Por qué a veces adopto una postura “sosa” o descomprometida? ¿Siento realmente que el Padre Dios me llama a anunciar la Buena Noticia?

Dibu: Patxi Velasco FANO
Texto: Fernando Cordero ss.cc.


miércoles, 23 de enero de 2019

¡Qué buena noticia! - Infancia Misionera 2019




Despertar el sentido misionero en los niños es primordial, ya que, desde el bautismo, todos somos misioneros. La misión hace que crezca en ellos un espíritu de amor al prójimo, generosidad, solidaridad y entrega que les acompañará toda la vida. 

El 27 de enero celebramos la fiesta de Infancia Misionera. Este año nos invita a acompañar a José y a María en su “peregrinación” de Nazaret a Belén, donde nació Jesús. En Belén reciben dos visitas inesperadas: un grupo de pastores y unos extranjeros que reconocen que aquel Niño es el hijo de Dios, y lo adoran. 

Las Obras Misionales Pontificias ponen a vuestra disposición una serie de materiales con los que vivir la jornada. Puedes pedirlos en tu Delegación de Misiones más cercana o descargarlos en www.infanciamisionera.es






https://www.omp.es/jornada-infancia-misionera/


viernes, 19 de octubre de 2018

Misión es...




Misión es partir,
caminar, dejar todo,
salir de sí, quebrar la corteza del egoísmo
que nos encierra en nuestro yo.

Es parar de dar vueltas
alrededor de nosotros mismos
como si fuésemos el centro
del mundo y de la vida.

Es no dejar bloquearse
en los problemas del mundo pequeño
a que pertenecemos:
La humanidad es más grande.

Misión es siempre partir,
más no devorar kilómetros.
Es sobre todo abrirse a los otros
como hermanos, descubrirlos
y encontrarlos.

Y, si para descubrirlos y amarlos
es preciso atravesar los mares
y volar por los cielos,
entonces misión es partir
hasta los confines del mundo.

Monseñor "Dom" Helder Câmara


reflejosdeluz.es


miércoles, 7 de febrero de 2018

Jornada del Día del Enfermo

La Iglesia celebra la próxima semana la Jornada del Día del Enfermo instaurada el 11 de febrero, día de la Virgen de Lourdes. Con tal motivo, la Delegación Diocesana de Pastoral de la Salud traerá a Jerez al capellán del Hospital San Joan de Deu de Barcelona, el Hno. Miguel Martin Rodriguez, religioso de San Juan de Dios y hombre experto en la Pastoral de la Salud.

Mañana, jueves 8 de febrero, a las 20 horas en el salón de actos del jerezano Hospital de San Juan Grande, disertará sobre '¿Cómo acompañar al familiar del enfermo?'. El delegado diocesano, el sacerdote Manuel Jesús Barrera, invita a cuantas personas lo deseen, especialmente a quienes en las parroquias se dedican a la labor de visitar y llevar la eucaristía a los enfermos.

La Delegación Diocesana de Pastoral de la Salud pone a nuestra disposición, junto al material de la campaña del enfermo, dos trípticos informativos, uno sobre la sedación y otro sobre las exequias haciendo hincapié en el uso de la cenizas que tenemos que hacer los creyentes siguiendo las indicaciones del Papa Francisco.

Anímate, aprovecha la oportunidad!!!!!!!!!




Extraído de Asidonia-Jerez


miércoles, 24 de enero de 2018

28 Enero, Jornada Infancia Misionera: Atrévete a ser misionero

Infancia Misionera es una Obra del Papa que promueve la ayuda recíproca entre los niños del mundo. Esta institución de la Iglesia forma una red de solidaridad universal cuyos principales protagonistas son los niños.
La Obra Pontificia de Infancia Misionera es pionera en la defensa de la infancia: se adelantó 80 años a la Declaración de Derechos del Niño de Ginebra y 100 años al nacimiento de UNICEF. Desde su origen defiende la dignidad y la aportación de los niños a la sociedad y a la Iglesia.

Infancia Misionera da a los niños un papel protagonista en el servicio misionero: ellos son los agentes, donantes y receptores de la tarea misionera. Su lema fundacional es “Los niños ayudan a los niños”.


A continuación os dejamos la carta  que ha publicado nuestro Obispo D. José con  motivo de esta celebración este  domingo 28 .

Jornada de la Infancia Misionera
«ATRÉVETE A SER MISIONERO»
Domingo 28 de enero de 2018

"El próximo domingo 28 de enero la Iglesia dedica la jornada a la «Obra Pontificia de Infancia Misionera», de esta manera invita a los fieles a volver la mirada en los más pequeños y celebrar con ellos una jornada misionera y recordarles que ¡seamos siempre misioneros! Apenas cerrado el tiempo de Navidad, en el que hemos contemplado a Dios hecho niño, queremos que esta Buena Nueva llegue a todos los rincones del mundo para que todos puedan recibir la alegría y la paz que trae el Salvador.


Con el lema «ATRÉVETE A SER MISIONERO» quiere subrayar que Jesús sigue llamando a los niños para seguirle en su vida y que todos sean misioneros. Debemos atrevernos a confiar en Jesus y a dar con El un paso adelante en nuestro compromiso de apostolado.


Como dice el papa Francisco, es preciso asomarse a las Sagradas Escrituras y recordar las palabras del profeta Jeremías: «No tengas miedo, que contigo estoy para salvarte.» (Jer 1, 8) El Señor nos llama a confiar en Él, a escuchar su voz y saber que no serán defraudados.


Es este mandato del Señor el que nos invita a todos a participar en esta Jornada de la Infancia Misionera para crear espacios donde todos los niños tengan un encuentro con Jesús y fomentar una cultura en la que todos los niños sean dignos de respeto, protección y atención personal.


Os invito a pequeños y mayores a colaborar en esta gran tarea de compartir con otros niños, mediante la oración, la ayuda económica y la participación en las distintas actividades la alegría de ser misioneros de Jesús que actúan en la primera línea de la misión. A María Santísima Reina de las misiones, os encomiendo a vosotros, a vuestros familiares y a las comunidades cristianas a las que pertenecéis, para que a todos os mantenga alegres con la misión y entusiasmados con la tarea."


Que Dios os bendiga.



+ José Mazuelos Pérez
Obispo de Asidonia-Jerez



sábado, 30 de diciembre de 2017

Día intenso cargado de emociones

La alegría desbordante de la espera del nacimiento del Niño nos sumerge cada año en los últimos preparativos y celebraciones que anuncian que Jesús está cerca, que ya viene. Por ello, el día 23 se convierte para nuestros niños de Catequesis y para toda la comunidad parroquial en un día donde todos andamos revolucionados celebrando la Gran Noticia y compartiéndola con todos los que tenemos más cerca o nos cruzamos por las calles.
Comenzamos ese día sembrando estrellas de ilusión y deseos de Paz y Salvación por el centro de nuestra ciudad. Niños, catequistas, mamás, papás, miembros de las parroquias de San José y Madre de Dios…. En fin, no faltó nadie, y gracias a nuestro querido José Carlos los vecinos de Jerez pudieron comprobar que la alegría de la Navidad es inmensa rebosando e inundando a cuantos alcanza. Nos congregamos en la parroquia de San Marcos para la ceremonia del envío y de allí partimos a la puerta de la plaza de abastos donde felicitamos la Navidad sembrando estrellas en las solapas de cuantos se cruzaron con nosotros. 
La mañana terminó con la visita a nuestras hermanas de vida contemplativa del convento de Madre de Dios donde niños y mayores compartimos con ellas un encuentro fraternal deseándoles mucha Felicidad.
La tarde no fue menos intensa. Disfrutamos de la escenificación del Evangelio a por nuestros niños y niñas de segundo año de catequesis y de las canciones que prepararon. Celebramos la Eucaristía en la cual el grupo de Scouts Delaware de nuestra parroquia compartieron con nosotros la Luz de Belén. Tarde de alegría, ilusión, disfrute y expresión de vida que se hizo realidad en cada una de estas celebraciones.

sábado, 23 de diciembre de 2017

Hoy participamos en la jornada ‘Sembradores de Estrellas’

La Delegación Diocesana de Misiones nos invita a participar hoy a la jornada ‘Sembradores de Estrellas’ que anualmente convocan.
 
Saldremos de la parroquia a las 9.50h para dirigirnos a la celebración del envío que tendrá lugar a las 10:30 horas en la iglesia parroquial de San Marcos y, tras ella, saldremos los chicos y jóvenes participantes por las calles de Jerez para hacer llegar su mensaje navideño,  repartir sus estrellitas y felicitar a todos.

Nuestra presencia en el centro enarbolando cánticos y las tradicionales estrellitas que pegaremos a las personas que transiten en el mediodía de hoy nos harán reconocibles en medio de la vida cotidiana de la ciudad.

Recuerda que nosotros estaremos apostados en la plaza de abastos repartiendo estrellitas y felicitando con nuestros villancicos a todos en nombre de los misioneros, este año además nos acompañan los niños y niñas de catequesis de comunión de la parroquia de San José.

De regreso a la parroquia felicitaremos con un villancico a las Hermanas Clarisas Franciscanas del convento de Madre de Dios.

Ven a vernos, déjanos felicitarte!!!!!!!!!!

lunes, 18 de diciembre de 2017

Jornada de Sembradores de Estrellas

Sembradores de estrellas es una iniciativa de Infancia Misionera, en la que los niños salen a las calles a felicitar la Navidad de parte de los misioneros, mientras ponen estrellas en los abrigos de los viandantes. A través de la colocación de estas  estrellas, los niños expresan la buena noticia de la Navidad, y llevan la alegría a las calles.
Esta iniciativa, con más de 40 años de historia, ayuda a los niños a prepararse para vivir la Navidad de una forma misionera. Además de recordar a aquellos que lo dejaron todo para llevar el mensaje de Jesús a todo el mundo, ellos mismos se convierten en misioneros en su ciudad, al llenar las calles de estrellas y alegría. Ofrece a los niños, además, un mensaje diferente al de la campaña consumista de Navidad: se regalan estrellas de una forma absolutamente gratuita, sin aceptar donativos.
La Delegación de Misiones de nuestra diócesis convoca a los niños y niñas este sábado 23 para celebrar Sembradores de Estrellas.  La jornada comienza con la celebración del envío en la parroquia de San Marcos. Todos  juntos  rezan, y son enviados a sembrar estrellas por la calle llevando la alegría de los misioneros a la gente, y recordándoles el verdadero sentido de la Navidad.
Nuestro grupo estará apostados en el  Mercado de Abastos - c/Doña Blanca para felicitar y desear una Feliz Navidad a todas las personas que se encuentren o pasen por allí.
De regreso iremos al convento de Madre de Dios a felicitar a nuestras Hermanas clarisas.
Terminaremos esta alegre jornada retornando a nuestra parroquia  sobre las 13.30h

viernes, 20 de octubre de 2017

¡Todos tenemos una Misión!

No hay misión pequeña, si el amor es grande. Conoce a los super héroes de hoy. Tú puedes ser uno de ellos. “Sé valiente, la misión te espera”   



Os recordamos que esta tarde  a las 20.30hs estamos invitados a la Vigilia de la Luz que organiza la Delegación Diocesana de Misiones en la Parroquia Ntra. Sra. del Pilar. También a las 20.00hs habrá un concierto oración  que organiza Cáritas Diocesana en el colegio Manuel Lora Tamayo.
    
















RECUERDA QUE COMO CADA VIERNES, TENDREMOS EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR A LAS 19.00H.

jueves, 19 de octubre de 2017

Carta de monseñor José Mazuelos Pérez, obispo de Asidonia-Jerez, con motivo del Domund 2017

DOMUND 2017

«SÉ VALIENTE, LA MISIÓN TE ESPERA»


Jerez de la Frontera, 01 de octubre de 2017

A los presbíteros, diáconos, religiosos, religiosas, seminaristas y a todos los fieles de la Diócesis de Asidonia-Jerez,

El próximo domingo 22 de octubre celebraremos la Jornada Mundial de las Misiones (DOMUND), es el día en que la Iglesia recuerda y celebra la universalidad de su misión: predicar el Evangelio al mundo entero. Para ello, en estos nuevos tiempos la Iglesia nos pide valentía. 

El Papa Francisco invita a tener el valor de retomar la audacia del Evangelio. Coraje y valentía para salir de nosotros mismos y a ser testigos del amor de Dios ente los hombres. Esa valentía no viene de nosotros, viene del Espíritu Santo que nos transforma, como vemos en los Hechos de los Apóstoles 4, 31 cuando afirma que: «al terminar la oración, tembló el lugar donde estaban reunidos; los llenó a todos el Espíritu Santo, y predicaban con valentía la palabra de Dios».

Hoy necesitamos en la Iglesia un nuevo Pentecostés para que los cristianos nos llenemos de entusiasmo por Cristo y podamos llevarlo a todos los que aún no lo conocen. Por eso  os invito a todos a participar de esta gran empresa llevando la alegría del Evangelio cada uno en su ámbito y colaborando con los misiones con vuestra oración y ayuda económica.

Un abrazo afectuoso en María Nuestra Madre,

+ José Mazuelos Pérez

Obispo de Asidonia-Jerez
Extraído de Noticias Asidonia

miércoles, 18 de octubre de 2017

Mes de octubre, mes de las Misiones, conoce a los Misioneros..

Sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos     proclaman la Buena Nueva hasta el último rincón. Hacen vivo y eficaz lo que anuncian desarrollando labores educativas, sanitarias y de ayuda social para las comunidades que atienden, casi siempre las más pobres y desfavorecidas del planeta.
Hay 13.000 Misioneros españoles por todo el mundo, repartidos en 128 países de la siguiente manera.

¿Estás listo para compartir la vida de los misioneros en el mundo?
Bienvenido a    la Misión 360º, una nueva experiencia que te permitirá descubrir de primera mano la realidad de la misión. Son ellos mismos los que han grabado su realidad para compartirla con todos nosotros.
La realidad virtual ha llegado a las misiones.

lunes, 16 de octubre de 2017

Vigilia de la Luz 2017

 Como ya sabes, el próximo domingo 22 de octubre, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de las Misiones,  el Domund, una jornada misionera en la que de un modo especial, la Iglesia universal rezamos por la misión y los misioneros y colaboramos con nuestras aportaciones  con ellos. 
Desde la Delegación Diocesana de Misiones, nos invitan a todos a participar en la Vigilia  de la Luz. Este año se celebrará en la parroquia Nuestra Señora del Pilar (los Marianistas) el próximo viernes, 20 de octubre, a las 20:30 hs. Contaremos con la presencia del Coro Joven diocesano que nos acompañará en la oración.

El lema elegido para este año es: SÉ VALIENTE, LA MISIÓN TE ESPERA.
Apúntalo en tu agenda!!!!
 VEN, SÉ VALIENTE, LA MISIÓN TE ESPERA

jueves, 4 de mayo de 2017

Partículas de formación... El Concilio Vaticano II (IV)

b) Actitudes de aceptación
El Concilio ha sido recibido favorablemente por la mayoría de los católicos, pero no del mismo modo. Podemos hablar de tres tipos de aceptación.
En primer lugar, algunos teólogos progresistas y movimientos contestatarios de base creen que el Vaticano II, ligado a un momento histórico, comienza a estar superado; es un Concilio obsoleto. Es la posición definida en la expresión: "por fidelidad al concilio, superar el Concilio", que equivale a la aceptación del espíritu del Concilio superando su letra. En el fondo de esta concepción aparece la tesis de que el cristianismo posconciliar debe releer la fe a la luz de los signos de los tiempos que el evangelio descubre en el mundo. Algunos consideraron que el Concilio representó un esfuerzo enorme de la Iglesia para acomodarse al mundo europeo y noratlántico burgués, pero que al mismo tiempo dio una falsa idea de la justicia, por ausencia de radicalismo, y que en definitiva incrementó el poder de los obispos frente al papa y la curia. Con todo, no es fácil dar nombres y textos que defiendan con claridad esta postura.
En segundo lugar, hay católicos para los cuales el Vaticano II ha sido un acontecimiento necesario, importante y transcendente en la vida de la Iglesia, que ha operado un cambio profundo en la comprensión de la acción pastoral y en ciertas doctrinas teológicas. Pertenecen a este grupo teólogos progresistas y movimientos de base renovadores. De ordinario apelan constantemente al espíritu del Concilio, que se revela en su convocación, en el modo de su realización, en sus cuatro grandes constituciones y en algunas decisiones pastorales en relación a la escucha de la Palabra de Dios (primer magisterio), a una vida cristiana en comunión de fe (no de costumbres rituales), al examen de los signos de los tiempos (sin la peligrosa "fuga mundi"), a la unidad de todos los cristianos (ecumenismo práctico), al diálogo con todo hombre de buena voluntad (sin anatemas) y a una llamada a la libertad de los hijos de Dios (sin sometimientos humillantes). Piensan que en el posconcilio se ha frenado la puesta en práctica de la reforma conciliar de la Iglesia.
Finalmente, hay católicos reticentes al Vaticano II, tanto en posiciones personales como en agrupaciones neoconservadoras. Muchos de ellos son nostálgicos de la Iglesia de Pío XII. En el fondo no aceptan ciertos postulados del Concilio, aunque se declaran obedientes a la jerarquía. Del punto de vista teológico les preocupa la continuidad del Vaticano II con el Vaticano I, el primado indiscutible del papa, la exaltación de la tradición, el mantenimiento de la continuidad y la tesis de la verdad total de la Iglesia Católica.
Otros aceptan el Vaticano II pero rechazan el desarrollo del posconcilio. Son los "centristas" que creen poseer la interpretación única y oficial del Vaticano II. Descartan la postura de los integristas cismáticos, como es el caso de Lefébvre —sin detenerse demasiado en esta crítica—, y no admiten ciertas afirmaciones propias de cristianos o teólogos progresistas. A los cinco años de terminado el Concilio ya se alzaron voces de alerta ante los riesgos del aggiornamento de la Iglesia, al destacar su excesivo servicio en la sociedad. Recordemos que algunos intelectuales o teólogos reformadores antes del Concilio (como J. Maritain, J. Danielou, H. de Lubac, H. U. von Balthasar, J. Ratzinger, etc.), se moderaron posteriormente, quizá a causa de la excesiva secularización del cristianismo noratlántico, a ciertas aplicaciones conciliares que creyeron exageradas y a la pérdida de prestigio y de poder de la Iglesia.
c) El posconcilio
A raíz del Vaticano II se logró en un plazo breve una nueva concepción de la Iglesia como Pueblo de Dios y del ministerio como servicio al pueblo. Despertó una gran ilusión la reforma litúrgica, plenamente aceptada por el pueblo, se intensificaron los contactos ecuménicos, la curia romana se hizo más internacional, comenzaron a renovarse los seminarios, hubo un gran impulso del laicado, la Iglesia se abrió casi de repente a la sociedad y al mundo de los pobres y la teología mostró una gran vitalidad.
Cabe preguntarnos hoy, después de veinticinco años posconciliares, en qué medida ha habido en la Iglesia profunda renovación o, si se quiere, innovación. Según el mismo Concilio (SC 23), las denominadas innovaciones son posibles, pero deben ser introducidas en la Iglesia con infinidad de cautelas. Las evaluaciones eclesiológicas o eclesiales dependen hoy, un cuarto de siglo después de clausurado el Vaticano II, del modo de valorar el Concilio o del juicio que se da a la evolución o a la involución eclesial. Lo que no cabe duda es que el Vaticano II ha provocado una mutación fundamental y sorprendente en la Iglesia, en el sentido de exigir un cambio profundo de su conciencia y de su misión.
Después del Concilio se han desarrollado algunas etapas caracterizadas de diversas maneras. H. J. Pottmeyer distingue dos períodos: la fase de exaltación, "dominada por la impresión inmediata de que el concilio era un acontecimiento liberador", en el sentido de que el Vaticano II fue "un nuevo comienzo absoluto"; y la fase de la decepción o, según otros, "de la verdad", en la que "se descubrió con decepción el peso de la inercia de una institución" que se resiste a cambiar (La recepción del Vaticano II, 56). En la primera fase se acentúan los textos conciliares más reformadores; en la segunda se ponen de relieve los pasajes más conservadores. Actualmente asistimos a una tercera fase, señalada por unos como estabilización y por otros como involución. Los conservadores enjuician negativamente los resultados del Concilio en la Iglesia: confusionismo de la fe como consecuencia del pluralismo teológico y pastoral; disminución de la práctica religiosa; escasez de vocaciones sacerdotales y religiosas; secularizaciones en el clero; ejercicio indebido de algunos consejos en la democratización de la Iglesia; debilitación de la autoridad del Papa y de los obispos; aumento de matrimonios mixtos; mesianismo terreno y permisividad sexual.
Por el contrario los progresistas sostienen que el Concilio ha favorecido la participación litúrgica; hay en la Iglesia menos clericalismo y más cooperación y cogestión de los laicos; han disminuido las luchas confesionales y ha crecido el ecumenismo; se valoran de un modo más correcto las religiones no cristianas; hay solidez misional; se advierte una nueva presencia de la Iglesia en el mundo y se tiende a superar el eurocentrismo de la Iglesia. Las dos posiciones parecen antagónicas.

El Segundo sínodo extraordinario de 1985 fue convocado por Juan Pablo II para valorar "las consecuencias del Vaticano II", celebrado 20 años antes (1962-1965). Ahí se aceptó al Vaticano II "como una gracia de Dios y un don del Espíritu Santo", tanto para la Iglesia como para la sociedad. El segundo Sínodo se pronunció por una voluntad de renovación, dentro de la continuidad con la tradición.

Aquí puedes consultar los documentos del Concilio Vaticano II. 

Antonio Luis Sánchez Álvarez,
párroco.

Partículas de formación... El Concilio Vaticano II (III)

b) La Iglesia "ad intra"
En vísperas del Vaticano II la Iglesia católica necesitaba una doble reforma para resolver los dos contenciosos que tenía con el mundo moderno y con las Iglesias protestantes. De una parte se necesitaba un giro profundo en las relaciones ecuménicas y de otra era imprescindible reconciliarse con el mundo y ponerse a su servicio. Para cumplir estas dos exigencias era necesario asimismo reformar la Iglesia desde un punto de vista pastoral, a juzgar por los problemas que tenía planteados: alianza con los poderes y poderosos en régimen de cristiandad; curia vaticana burocratizada, autoritaria y centralizadora; liturgia oficial congelada; dogmatismo a ultranza y moral rígida; distanciamiento con las otras Iglesias y desconfianza del ecumenismo; uniformidad pastoral y occidentalización del pensamiento cristiano.
Al mismo tiempo habían surgido diversos movimientos católicos de renovación. Sin embargo, esta renovación no se había mostrado del mismo modo en todos los países y en todos los ámbitos. Incluso se podían detectar antes del concilio -opina G. Alberigo- "síntomas manifiestos de un malestar profundo y extendido, producido por un retraso histórico cada vez más insoportable" (La recepción del Vaticano II, 34).
El principal objetivo del Vaticano II consistió en reformar la Iglesia para convertirla en un instrumento pastoral más eficaz respecto del mundo contemporáneo. Este reajuste se denominó aggiornamento. Juan XXIII, al inaugurar el Concilio (11.10.1962), expresó la necesidad de introducir "oportunas correcciones" en la Iglesia, de acuerdo "a las exigencias actuales y a las necesidades de los diferentes pueblos". Pablo VI, al comenzar la segunda sesión del Vaticano II (29.9.1963), manifestó que es "deseo, necesidad y deber de la Iglesia darse finalmente una más meditada definición de sí misma".
La constitución Lumen gentium es la "Carta magna" del Vaticano II, aunque, de hecho, todos los documentos conciliares abordan de un modo u otro el misterio de la Iglesia. La eclesiología es el centro del Vaticano II. "Se ha dicho -escribe el cardenal Suenens- que, al invertir el capítulo, inicialmente previsto como tercero, para ponerlo como segundo, es decir, tratar primero del conjunto de la Iglesia como pueblo de Dios y a continuación de la jerarquía como servicio a este pueblo, hemos hecho una revolución copernicana" (Concilium 60 bis, 1970, 185). Algunos teólogos (M. Schmaus, P. Smulders, H. Mühlen, etc.) consideran que la decisión dogmática más importante del Concilio ha sido la de designar a la Iglesia sacramento universal de salvación. Y. Congar piensa que los grandes temas eclesiológicos del Concilio son "sacramento universal de salvación", "pueblo de Dios", "jerarquía-servicio", "colegialidad" e "Iglesia particular". Las afirmaciones eclesiológicas conciliares más importantes son éstas: la Iglesia se entiende en clave de comunión, es "el pueblo de Dios", es "sacramento universal de salvación", está en función del mundo y es Iglesia particular y universal.
El campo teológico más discutido en la primera etapa del posconcilio ha sido el de la eclesiología. Poco después de la conclusión del Concilio en 1965 se afirmó, con razón, que se había producido una nueva conciencia o imagen de la Iglesia como consecuencia de profundas transformaciones en la eclesiología. Posteriormente los teólogos conservadores pretenden rebajar la importancia eclesiológica del Vaticano II, con objeto de no ensombrecer los aportes del Vaticano I. Pero en general, incluso los teólogos más conservadores, todos reconocen el significado eclesial del Concilio.
Este mensaje eclesial se encuentra, sobre todo, en las cuatro constituciones, de las cuales dos son "dogmáticas" (Lumen gentium y Dei Verbum), una "pastoral" (Gaudium et spes) y otra denominada simplemente "sobre la sagrada liturgia" (Sacrosanctum concilium), que en realidad también es pastoral. Del estudio de las cuatro constituciones del Vaticano II se desprende que la Iglesia es entendida por el Concilio como Pueblo de Dios (Lumen gentium) que vive en comunión de fe (Dei Verbum), de culto (Sacrosanctum concilium) y de servicio (Gaudium et spes). El título de la relación final del cardenal Daneels, aprobada en el segundo sínodo extraordinario de 1985, convocado para evaluar el Vaticano II a los veinte años de su celebración, resume dichas constituciones y el mensaje del Concilio con esta fórmula lapidaria: "La Iglesia (LG), bajo la palabra de Dios (DV), celebra los misterios de Cristo (SC) para la salvación del mundo (GS)" (“Ecclesia, sub Verbo Dei, mysteria Christi celebrans, pro salute mundi”). Visto de otro modo, las constituciones sobre la Palabra de Dios y la liturgia giran en torno a las fuentes de la fe, en tanto que las otras dos, referidas a la Iglesia, contemplan la fe ad intra, es decir, en el mismo Pueblo de Dios, y ad extra, a saber, en el mundo.
c) La Iglesia "ad extra"
En el discurso de apertura de la segunda sesión (29.9.1963), afirmó Pablo VI que el Concilio "tratará de tender un puente hacia el mundo contemporáneo... Que lo sepa el mundo: la Iglesia lo mira con profunda comprensión, con sincera admiración y con sincero propósito, no de conquistarlo, sino de servirlo; no de despreciarlo, sino de valorarlo; no de condenarlo sino de confortarlo y salvarlo". Recordemos que el mundo era en los catecismos preconciliares uno de los enemigos del alma. En el último discurso de Pablo VI para clausurar el Concilio (7.12.1965), afirmó el Papa que el Vaticano II "ha tenido vivo interés por el estudio del mundo moderno". Junto a la palabra mundo, el Concilio ha pronunciado repetidas veces los términos "sociedad" e "historia". "Tal vez nunca como en esta ocasión —dijo Pablo VI en el citado discurso—ha sentido la Iglesia la necesidad de conocer, acercarse, comprender, penetrar, servir y evangelizar a la sociedad que la rodea y de seguirla; por decirlo así, de alcanzarla en su rápido y continuo cambio". Efectivamente, por primera vez un concilio ha tenido en cuenta la realidad concreta de la historia en la sociedad y en el mundo.
El Vaticano II sitúa a la Iglesia en el mundo, no fuera del mismo, de tal modo que hace suyas las aspiraciones de la humanidad, acepta la autonomía de las realidades temporales y dialoga con la cultura moderna. Evidentemente el mundo del Concilio era sobre todo, aunque no exclusivamente, el de la modernidad y la ilustración. De hecho, la constitución Gaudium et spes favoreció un cambio profundo de relaciones entre la Iglesia y el mundo al superar la actitud católica antimodernista. Precisamente después del Concilio han surgido las comisiones Justicia y paz con la preocupación de promover a los católicos en la justicia social y en la liberación. También ha ganado vitalidad la "doctrina social de la Iglesia", más diversificada, dialogante e involucrada en problemas como la discriminación racial, los derechos humanos y la corrupción a todos los niveles. A partir de Gaudium et spes, la fe aparece junto a la justicia, ha crecido la opción por los pobres y se ha impulsado la paz.

3. La recepción del Concilio

La eficacia de un concilio depende de su recepción, fase que sucede a su celebración. Precisamente a causa de la recepción, adviene después de cada concilio un periodo más o menos largo en el que se rechazan, silencian o asimilan las conclusiones formuladas. El Vaticano II ha producido diversas reacciones. Su recepción no ha sido idéntica en todas partes ni en todos los ámbitos cristianos.
a) Actitudes de rechazo
Según G. Alberigo, existe "una minoría agresiva que continúa interesándose por el Concilio para reducir su alcance y para denunciar sus efectos negativos. Paradójicamente, parecería que el Vaticano II hubiera suscitado una oposición aguerrida, sin encontrar, en cambio, defensores convencidos" (La recepción del Vaticano II, 18). La interpretación restringida del Vaticano II es propia de obispos pertenecientes a la minoría conciliar conservadora, de teólogos afines a las posiciones de la curia inmovilista y de movimientos fundamentalistas alejados de la renovación conciliar.

Los conservadores cismáticos no admiten las conclusiones del Vaticano II porque, según ellos, es concilio contrario a la tradición; por tanto no obliga. Los conservadores algo más ortodoxos, pero radicalmente fundamentalistas, afirman que no es un concilio dogmático sino pastoral; por tanto lo juzgan no vinculante. Finalmente, los conservadores nostálgicos objetan que el posconcilio ha sido un desastre a causa precisamente de las decisiones conciliares. La actitud más significativa de oposición radical al Vaticano II ha sido la de M. Lefébvre, cuyo pensamiento, actitud y decisiones le acarrearon en 1988 la excomunión. Prácticamente declaró herejes a Pablo VI y Juan Pablo II, juzgando asimismo que la Iglesia estaba, desde la muerte de Pío XII, en situación de "sede vacante".

miércoles, 3 de mayo de 2017

Partículas de formación... El Concilio Vaticano II (II)

e) Las tendencias
Desde el comienzo del Concilio se pudo comprobar que los Padres estaban dispuestos a intervenir con entera libertad sin seguir el dictado de la curia. También se vio que la mayor parte de los conciliares estaban de acuerdo con la dimensión pastoral del Vaticano II, tal como lo expresó Juan XXIII en su discurso inaugural. Pero desde los inicios se evidenciaron dos grupos, denominados mayoría y minoría, el primero de talante aperturista y el segundo netamente conservador. Aunque la mayoría no era homogénea, "tenía conciencia -escribe R. Aubert- de estar en la línea preconizada por Juan XXIII, era sensible a las realidades del mundo y a las necesidades de adaptación y estaba abierta al diálogo ecuménico, que muchos descubrieron durante el Concilio. Era partidaria de una teología pastoral basada en la Escritura, se preocupaba de la eficacia concreta de las decisiones que debían tomarse, se interesaba menos por la formulación exacta de la doctrina y desconfiaba de una excesiva centralización de la autoridad de la Iglesia" (H. JEDIN y R. REPGEN, Manual de historia de la Iglesia, IX, Barcelona 1984, 190).
La minoría estaba formada por obispos conservadores pertenecientes a países tradicionalmente católicos, apoyados firmemente por la curia. Este grupo -escribe R. Aubert- "se aferraba a la estabilidad de la Iglesia y a su carácter monárquico, era sensible a los riesgos inherentes a todo cambio y sentía la preocupación de salvaguardar el depósito de la fe en toda su integridad; pero tendía a confundir la formulación dogmática con la revelación" (Nueva historia de la Iglesia, V, 557-558). En el transcurso del Concilio se agrupó la minoría de unos 250 obispos en el Coetus Internationalis Patrum, con la finalidad de impedir que los errores liberales se introdujesen en los textos del Concilio. Entre estos obispos fue muy activo Marcel Lefébvre, que después del Concilio incurriría en cisma, en el que murió. La minoría fue respetaba por la mayoría, aunque las discusiones entre ambas tendencias impidieron algunos desarrollos conciliares más homogéneos y dieron lugar a textos de compromiso, caracterizados por su ambigüedad. El conflicto se situó entre reformistas y antirreformistas o entre partidarios del aggiornamento pastoral y sus oponentes.
f) Las sesiones conciliares
Se celebraron cuatro sesiones correspondientes a los otoños de 1962, 1963, 1964 y 1965, con una duración de unos dos o tres meses cada una. El discurso inaugural de Juan XXIII causó una viva impresión al sugerir varios puntos importantes: el carácter pastoral del Concilio, en el sentido de llevar al mundo el mensaje cristiano de un modo eficaz, teniendo en cuenta las circunstancias de la sociedad; el propósito de no condenar errores por medio de anatemas, sino penetrar en la fuerza del mensaje; la denuncia de los "profetas de calamidades" y la búsqueda de unidad entre los cristianos y entre los hombres. Según Pablo VI, este discurso fue "profecía para nuestro tiempo".
La primera sesión del Concilio evidenció el rumbo inesperado de apertura del Vaticano II, la necesidad de reducir el número de esquemas (de 70 se pasó a 20 y luego a 16) y la importancia de los peritos, que acudieron para asesorar a los obispos. Estos últimos trabajaron en grupos reducidos, dieron conferencias y redactaron intervenciones. Fueron, en definitiva, auténticos catequistas de los obispos.
Juan XXIII sólo conoció en vida la primera sesión. Al morir en junio de 1963, fue elegido rápidamente papa Giovanni Montini, que tomó el nombre de Pablo VI. Lógicamente propuso en el discurso de apertura de la segunda sesión (29.9.1963) dos temas centrales: la Iglesia ad intra y la Iglesia ad extra. En la tercera sesión se notó un grado notable de madurez episcopal. Creció la libertad de opinión en los dos grupos, de la mayoría y minoría, hubo confrontaciones entre sí e incluso se manifestaron tensiones a propósito de algunas cuestiones. La cuarta sesión comenzó con el anuncio papal de la creación del Sínodo de Obispos, cuyos miembros serían nombrados por las conferencias episcopales. Siguieron las discusiones de diversos esquemas.
Después de 168 congregaciones generales el Concilio concluyó con la promulgación de 16 documentos (4 constituciones, 9 decretos y 3 declaraciones). Los últimos días fueron pródigos en acontecimientos: despedida de los observadores no católicos con una celebración conjunta (6 de diciembre), "levantamiento de la excomunión" mutua entre Roma y Constantinopla del año 1054 (7 de diciembre) y acto final en la plaza de san Pedro (8 de diciembre) con mensajes dirigidos a diversos grupos cualificados.

2. El mensaje del Concilio
a) La teología conciliar
Lo que caracteriza a un concilio es, en definitiva, su mensaje. El Vaticano II trató de renovar el mensaje cristiano desde una triple exigencia: retorno a las fuentes de la palabra de Dios y de la liturgia, cercanía a la realidad social del mundo y revisión profunda de la Iglesia como pueblo de Dios. En síntesis, aportó una nueva vivencia de Iglesia en el Espíritu de Cristo y del evangelio, para el servicio del mundo, en aras del reino de Dios. Dicho de otro modo, el propósito del Concilio fue situar a la Iglesia "sub Verbo Dei" o como "oyente de la palabra de Dios" y en diálogo con el mundo. Para realizar esta tarea, el Vaticano II pasó del "bastón a la misericordia" (justo al revés de Gregorio XVI en 1830), de los "profetas de calamidades" que condenan el mundo a los servidores utópicos en la sociedad y de la formulación inalterable de las verdades a una nueva remodelación del mensaje cristiano "preferentemente pastoral" (Juan XXIII).
Así como los dos concilios anteriores (Trento y Vaticano I) hicieron teología de un modo abstracto, preocupados por las definiciones precisas, claras y universales, el Vaticano II emplea un lenguaje bíblico, patrístico y simbólico, es decir, pastoral. Es un lenguaje que inspira, edifica e interpela. En el discurso inaugural del concilio, Juan XXIII puso de relieve la importancia "de un magisterio de carácter preferentemente pastoral". La dimensión pastoral del Vaticano II se advierte en todos sus documentos centrales y en el mismo desarrollo de las discusiones, desde el examen del esquema sobre las "fuentes de la revelación" a la denominación de Gaudium et spes como constitución "pastoral". Esta dimensión se verificó en aspectos importantes como la nueva conciencia eclesial, la renovación de vida cristiana y el diálogo con el mundo, las Iglesias no católicas y las religiones no cristianas.
Al comienzo del Concilio, los obispos no sabían bien cómo empezar y qué podría ocurrir en el aula. Pero a lo largo de las cuatro sesiones se notó una gran evolución hacia una Iglesia colegial, comunitaria, dialogante con otras Iglesias y abierta al mundo. En definitiva, el Concilio fue obra colectiva de la Iglesia entera. "El programa del concilio -escribe A. Acerbi- no consistió en hacer nuevas declaraciones dogmáticas, sino una reflexión global, en una línea pastoral, de la misión de la Iglesia y de sus formas de actuación frente a la situación concreta del hombre y de la sociedad mundial de nuestro (mejor dicho, de su) tiempo" (Concilium 166, 1981, 435).

En la constitución apostólica Sacrae disciplinae leges de Juan Pablo II, mediante la que se presentó el nuevo Código de Derecho Canónico de 1983, se afirma que los elementos más característicos del Vaticano II son la Iglesia como pueblo de Dios y "comunión", la autoridad jerárquica como servicio, la participación de todos sus miembros en la triple misión de Cristo (sacerdotal, profética y real) y el empeño de la Iglesia en el ecumenismo. En definitiva, el Concilio se propuso rejuvenecer la Iglesia, alentar la esperanza, impulsar el compromiso y dar cabida a la misericordia.

Antonio Luis Sánchez Álvarez,
párroco.