CARICIAS
Acariciar. A veces se trata de eso. En nuestro mundo, en nuestra vida, en nuestro día a día. Algo tan sencillo como eso. Sonreír a quien está triste (pero no sonrisas fáciles o vacías, sino que establezcan un vínculo). Apretar una mano (y con ello transmitir un mundo). Acariciar un rostro, prometiendo estar ahí. Ver, y aún más, mirar al otro... oír, y entonces escucharle. Abrazar a quien se siente tan abandonado, tan abatido... Estar ahí para los otros, y hacérselo saber. Me gusta pensar en Jesús como un hombre que también hablaba con sus gestos.
EL TACTO
Al llegar a casa, se le acercaron los ciegos, y Jesús les dice: «¿Creéis que puedo hacer eso?» Le contestaron: «Sí, Señor.» Entonces les tocó los ojos diciendo: «Hágase en vosotros según vuestra fe» (Mt 9, 28-29)
Es fácil decir que en la vida hay que andar 'con tacto'... es una expresión bonita. Es verdad que con el cuerpo, con las manos, se expresa tanto... ternura, rechazo, apertura, protección, interés, acogida, vinculación. A veces se nos va la vida en palabras, palabras y mil palabras. Pero hace falta hablar también con los gestos. Porque hay veces que una caricia da más confianza que mil versos, que un abrazo es la mejor respuesta a quien llora, o la mejor felicitación a quien ríe... Empezamos a tender puentes desde unas manos abiertas, unos ojos y oídos atentos... al otro.
Con la manera en que nos acercamos, acogemos, cuidamos, expresamos. Con la delicadeza con que nos relacionamos... Hay tantas dimensiones de nuestra vida en que el cuerpo habla... piensa en ello.
AMOR FÍSICO
«Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente» (Lc 15, 19)
El amor también es físico. Y hoy, cuando hay mucho contacto físico sin amor o mucho roce sin entrega es necesario sentir esa unidad. El amor toca, y así se expresa de muchos modos la relación más profunda, más estable, o más hecha de interés genuino por otra persona. El amor, atento al otro, se expresa físicamente: en la madre que mece al bebé, los amigos que se palmean la espalda, la pareja que, con su intimidad, intercambia promesas y besos, el padre anciano que pasea del brazo de su hijo, la cabeza que se apoya en un hombro amigo... hablamos también con el cuerpo.
Piensa un poco en la manera en que, en tu vida, el amor se expresa en gestos, en la medida en que comunicas sin palabras, con tu forma de estar, de acoger, de tratar al otro...
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