Sabemos que Jesús fue
peregrinando desde Galilea hasta Jerusalén para celebrar la Pascua.
En este caminar iba reflexionando
con sus discípulos; lo hemos visto a lo largo de la cuaresma y en otros
domingos en que leemos a Marcos.
Jesús por los textos vemos que obviamente contaba con
la posibilidad de un final violento. No era un ingenuo. Sabía a qué se exponía
si seguía insistiendo en el proyecto del reino de Dios. Tenía a las autoridades
sacerdotales judías y a los romanos, por tanto, en su contra así como a los del
partido Saduceo.
Y Jesús llegó a Jerusalén, y entró con los peregrinos
por una de sus puertas.
¿Es verosímil una entrada triunfal de Jesús como a
veces se puede presentar en la imaginación popular?
Bueno, podemos pensar en una "procesión" de
campesinos con cantos y alabanzas a Yahvé por la alegría que suponía entrar en
Jerusalén, seguramente por una de las puertas del este.
Jesús no era muy adicto a manifestaciones triunfales,
por ello se puede pensar más bien en un gesto profético, sencillo, por ello, el
ir montado en un asno, aunque con manifestación pública de alegría y fe.
Dándonos a la imaginación se puede pensar que ese
mismo día pudiera haber otra procesión, esa sí con poder, fuerza y caballería.
Por la puerta oeste entraría con una cohorte de soldados romanos, el prefecto
Pilato. Había que mantener la "pax" romana a toda costa y demostrar
que era el César quien mandada.
Se pone en evidencia el contraste entre el reino de
Dios y el reino del César.
La Semana Santa es el relato de esta confrontación.
Marcelino Sánchez sj