sábado, 11 de octubre de 2014

Comentario Evangelio del domingo 12 de octubre (28 tiempo ordinario, ciclo A)




Este domingo contemplamos la parábola de los invitados al Banquete de Bodas.

Seguimos viendo a Jesús en diálogo con las autoridades judías en Jerusalén, en días próximos a su pasión.

Jesús habla sin contemplaciones denunciado a los sacerdotes y al Sanedrín.

Jesús toma esta ficción literaria del refranero popular para hablar de la universalidad del Reino de Dios pero a la vez la exigencia ética de los que se incorporan a él.

La interpretación alegórica clara de la parábola sería que Jesús concibe el Reino de Dios como una fiesta, un banquete de Bodas. Es decir, que el encuentro personal y comunitario con Dios es de alegría y celebración. El banquete es símbolo del amor, la amistad, la comunión y la felicidad.

En segundo lugar que Dios Padre hace un llamamiento a entrar en el Reino y se constata con diversos ejemplos que Israel no respondió afirmativamente; por eso hace otro llamamiento universal y general, para todos.

El paralelo que trae Lucas, otra versión, del documento Q, en otro contexto temporal, presenta la parábola de otra manera y no tiene el final. Probablemente es más original.

El final de la parábola tiene también connotaciones escatológicas.

Pero se ha de interpretar en el sentido de que al Reino se entra por invitación pero se exige una conversión personal y un deseo de vivir en comunión con Dios y los demás, es el sentido simbólico del “traje de fiesta”.

La moraleja final la trae el propio texto.

Se invita también al oyente a que extraiga su propia moraleja.

Una podría ser: Dios es grande y generoso y nosotros unos mezquinos, aunque hay algunos o muchos que comparten esa grandeza de Jesús.

                                                                           Marcelino Sánchez sj