Mt 10, 37-42
“Y todo aquel que dé de beber tan solo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa”.
Ser vaso de agua fresca. Esa es nuestra vocación. Vasos que transportan el agua para que otros apaguen su sed. Frágiles instrumentos de Dios que, sin demasiada importancia, hacen lo que tienen que hacer: apagar fuegos y mitigar la sed. ¡El mundo está tan necesitado de calmar esa sed que pone en desierto la vida y ahoga el corazón!
Seamos los vasos que nos propone Fano en la actividad para este domingo. Quizá acabemos más desgastados por la fatiga y la entrega, pero, sin duda, más satisfechos.
En este mundo de hambre y de sed, de miedo y, al mismo tiempo, de agua que lo renueva todo, vivamos nuestra vocación. Salgamos de la vitrina de la comodidad.
Dibu: Patxi Velasco Fano
Texto: Fernando Cordero sscc