Hoy el Evangelio nos propone la llamada unción de Betania. María acaricia los pies de Jesús con un carísimo perfume. Un buen perfume, de esos que dice el refrán que se guardan en frasco pequeño. No porque sea escaso, no por querer guardarlo. ¡Al contrario! Es un perfume tan potente que llena toda la casa. Y cuando algo es auténtico (de nardo auténtico, dice Juan) no necesita mucha cantidad ni mucho artificio; no necesita nada más.
¡Qué bonito sería saber cuál es nuestro perfume más preciado y auténtico!, ¡qué bueno sería querer guardarlo en frasco pequeño, mantenerlo auténtico, no querer adulterarlo con nada ni por nada! ¡Cuánta vida nos daría querer perfumar los pies de Jesús sin preocuparnos de nada más, eligiendo dar lo mejor de nosotros aún a aquellos que son desechados, condenados, anulados!
El buen perfume se guarda en frasco pequeño. Guardemos con el mismo cuidado y empeño el mejor perfume que nos da la vida y da vida a los demás. También cuando estamos en puertas de la Pasión y el sentido común (o el mal Espíritu) nos sugiere que abandonemos y nos guardemos todo lo bueno. No caigamos en la tentación.
acompasando.org