Camina alegre entre el ruido y la prisa, y piensa en la paz que se puede encontrar en el silencio.
En cuanto sea posible, y sin renunciar a tus convicciones, mantén buenas relaciones con todos.
Escucha con atención a los demás, aún al torpe e ignorante, que también ellos valen mucho.
Aléjate de las personas negativas, ruidosas y agresivas, porque te pueden contagiar su mal espíritu.
Si te comparas con los demás, adquieres orgullo y desánimo, porque siempre habrá quien te supere y quien tenga menos cualidades.
Disfruta de tus éxitos y agradéceselos a Dios.
Mantén el interés por tu profesión, porque ella es un verdadero tesoro. Allí están tus futuros triunfos.
Sé prudente en tus negocios. El mundo está lleno de engaños y peligros, pero tampoco andes dudando de todo y de todos. Hay más gente buena de la que tú crees.
Acepta con respeto el parecer de quienes tienen muchos años, consulta con interés también el parecer de la juventud. Lo viejo y lo nuevo dan sabiduría.
Cuidado con demasiada soledad, demasiada fatiga o demasiado afán. Muchas angustias y enfermedades nacen de estos tres excesos.
Procura estar en paz con Dios, vivir en paz con tu prójimo y conservar la paz de tu alma. Esto ayudará a ser plenamente feliz.
Que el Plan de vida que Dios ha diseñado para cada uno de nosotros lo sepamos descubrir y aplicar en cada uno de nuestros actos.
Extraído de Reflejos de luz
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