Este pasado domingo, antes
del rezo del Ángelus, el Papa Francisco nos animó a redescubrir el silencio pacificante
y regenerante de la meditación del Evangelio, que conduce hacia una meta rica de
belleza, de esplendor y de alegría.
En vacaciones se puede redescubrir la importancia del descanso y del desprendimiento de las ocupaciones cotidianas, para volver a templar las fuerzas del cuerpo y del espíritu, profundizando el camino espiritual.
A María, a la que vemos como a la “Virgen de la Escucha” – concluyó
diciendo Francisco – siempre
dispuesta a acoger y custodiar en su corazón cada palabra de su Hijo Divino, le
encomendamos las vacaciones de todos, para que sean serenas y proficuas y,
sobre todo, encomendamos el verano de cuantos no pueden irse de vacaciones
porque se sienten impedidos a causa de su edad avanzada o por falta de salud o
de trabajo y restricciones económicas o por otros problemas, a fin de que sea,
de todos modos, un tiempo de distensión, regocijado por la presencia de amigos
y momentos dichosos.
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