“El reino de los cielos se parece a un tesoro…”. ¡Cuántos niños y mayores juegan a encontrar el tesoro a través de pruebas y de los más divertidos juegos! En la vida pasa casi lo mismo. Lo que sucede es que no nos damos cuenta de que el tesoro está más cerca de lo que creemos. Pasa desapercibido. Hemos de ser buenos “rastreadores” de pistas para encontrar a Aquel que va a llenar de alegría nuestra vida. Un buen ejercicio para descubrir el tesoro puede ser el ir reconociendo ejemplos de posibles pistas donde podemos encontrarlo: “El reino de los cielos se parece a aquel enfermo que llenó de esperanza a todos los que tenía a su alrededor”, “el reino de los cielos se parece a aquella misionera que, a pesar de sus años, atiende como enfermera a las personas de un poblado de África”, “el reino de los cielos se parece a aquella empresaria generosa que actúa más con el corazón que con los criterios de la empresa”, “el reino de los cielos se parece a un periodista honrado y solidario, que hace su trabajo con principios éticos y a pleno rendimiento”…
El reino de los cielos se hace presente en una perla de valor incalculable: la Eucaristía. En invierno, en verano, en todo momento: ¡participemos del banquete del Pan de Vida!
Que no deje de encontrarte, Señor, en los grandes y pequeños tesoros que cada día pones a mi alcance.
Fernado Cordero, sscc.
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