«Reunidos los apóstoles
con Jesús le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Y les dice: Venid
vosotros solos a un lugar apartado, y descansad un poco. Porque eran muchos los
que iban y venían, y ni siquiera tenían tiempo para comer. Se marcharon, pues,
en la barca a un lugar apartado ellos solos”. (Marcos 6, 30-32)
Con estas palabras de Marcos, comenzamos nuestro retiro de
Cuaresma en un pueblo maravilloso, Prado del Rey y un día de sol radiante,
ideal para encontrarnos con Nuestro
Señor.
El tema central de oración fue el silencio. Silencio para
poder escuchar la voz de Dios en mi vida, silencio para escuchar la voz de los
demás, silencio para escuchar mi propia voz... Silencio para escuchar…
Los momentos de oración fueron muy intensos, pero también los
de encuentro con hermanos y hermanas de
las parroquias de San Benito, la Granja,
Prado del Rey y cómo no, de Madre de
Dios. Qué maravilla experimentar el encuentro con los hermanos y qué regalo de Dios al darme la oportunidad de compartir
otras realidades, otras vidas, otras experiencias, y saborear lo grande que es
su Reino. La acogida de nuestros hermanos y hermanas de Prado del Rey fue
increíble. Cada año preparan estos momentos de retiro con un esmero inigualable.
Derrochan amor a cada instante, en la acogida, en la preparación de los
diferentes momentos del día, en la forma de dividir los grupos de trabajo (este
año nos han regalado un misterio del rosario cuyas bolas eran de diferentes
colores, pero al contrario de lo que pensábamos todos, el color de las bolas no
determinaba los grupos, sino el color del elástico con el que se unían las
mismas). Si los momentos de oración fueron estupendos, no lo fueron menos los de
convivencia, pudiendo disfrutar de una comida comunitaria en la plaza y de un
magnífico y divertido flashmob con la canción “Hoy ya soy feliz, misericordias”
del encuentro de la Juventud de Cracovia 2016 con la que los jóvenes de la
parroquia de Ntra. Sra. del Carmen y sus catequistas, nos pusieron a bailar
alabando y dando gracias a Dios.
Disfruté enormemente de sentirme Iglesia. A veces las prisas
y afanes de la vida cotidiana no me dejan disfrutar del silencio y la
tranquilidad en el encuentro con Dios. Otras,
al quedarme en mi realidad no disfruto
de los hermanos que tengo cerca en mi propia parroquia, y otras veces, mi torpe
visión de “terruño”, no me deja ver la grandeza de nuestra Iglesia y disfrutar
de la maravilla que es el encuentro con hermanos y hermanas de nuestra
diócesis. El momento de la Eucaristía fue alucinante, el Gran Milagro de
sentirnos hijos de Dios y hermanos todos compartiendo y celebrando la Vida
entregada por nosotros y Regalándose a través del pan y del vino. Celebración
exultante del Gran Milagro del Amor.
Mamen
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