A solo tres días de la Semana Santa, es importante que nos
preparemos para contemplar el mayor de los Misterio del Amor de Dios, en el que
Cristo, sufriendo, entrega su Vida para que nosotros tengamos Vida.
El Domingo de Ramos se comienza en alguna capilla o lugar externo.
La costumbre de usar los ramos y palmas en este día, es porque nos recuerda la
Entrada de Jesucristo en Jerusalén. Ya el profeta Zacarías nos dice en 9,9 “¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita
de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu Rey viene hacia ti; él es justo y
victorioso, es humilde y está montado sobre un asno, sobre la cría de asna”.
Esta es la entrada del Mesías pacífico y humilde para cumplir su misión. La
gente lo recibió con palmas, y extendían mantos por el camino. Reconocían en Él
al Mesías esperado.
Después de bendecirse los ramos y las palmas, se sale en procesión
hasta el lugar de celebración de la eucaristía. Es una de las tres procesiones
litúrgicas, junto con la Procesión de las candelas en la Candelaria, y
Procesión con el Cirio Pascual en la Vigilia. El color litúrgico es el rojo,
porque es el comienzo de la pasión del Señor. De hecho, el evangelio que se lee
es el de la Pasión, que se va alternando por ciclos (A, B, C; Mateo, Marcos y
Lucas). La Pasión según san Juan se reservará para el Viernes Santo. La
eucaristía procede como de costumbre.
Otra de las celebraciones importantes de la Semana Santa es la de
la Misa Crismal. En principio, debe ser el Jueves Santo, pero, dado que los
párrocos deben celebrar los Oficios en las Parroquias, para una mejor
asistencia, se suele adelantar al Martes Santo o Miércoles Santo. Esta
eucaristía es celebrada en la Catedral, lugar donde tiene el Obispo su Cátedra,
su sede; y es muy importante por dos motivos: es el día sacerdotal por antonomasia,
ya que todos los sacerdotes renuevan las promesas realizadas en su Ordenación.
Además, el Obispo consagra el Santo Crisma (de aquí procede “Misa Crismal”) y
bendice los Óleos de Catecúmenos y Óleo para la Unción de Enfermos. A partir de
este momento, se usan estos óleos, y los antiguos son quemados.
Es un día muy importante porque se manifiesta la Comunión de la
Iglesia Particular, ya que se reúne el Obispo con su Presbiterio en torno a la
eucaristía, como nos dice San Ignacio de Antioquía:
«Esforzaos, por tanto, por usar de una sola
eucaristía, pues una sola es la carne de Nuestro Señor Jesucristo, y uno solo
es el cáliz para unirnos con su sangre, un solo altar, como un solo obispo junto
con el presbiterio y con los diáconos consiervos míos; a fin de que cuanto hagáis,
todo lo hagáis según Dios».
Por eso es tan importante la participación de la Diócesis a esta
eucaristía, para manifestar la comunión en ella: es un signo de una realidad.
Pero la Semana Santa se centra en el Triduo Pascual: Jueves Santo,
la Cena del Señor; Viernes Santo, la Adoración de la Cruz; y la Vigilia Pascual.
Aunque no es precepto, es muy conveniente para prepararnos para la Pascua de
Resurrección. La peculiaridad del Jueves Santo es el Lavatorio de pies y la
Reserva en el Sagrario, adornado y embellecido para la comunión del Viernes
Santo, que no hay eucaristía, sino que es prolongación del Oficio del Jueves. Además,
el Jueves Santo es día eucarístico, y Día del Amor Fraterno, con una colecta
especial para Cáritas. El Viernes se centra en la Cruz del Señor, como el árbol
verde y lozano del que viene la salvación. También en este día hay una colecta
especial para Tierra Santa. Este Triduo pascual llega a su culmen con la
Vigilia Pascual, una vez que anochezca el Sábado Santo.
Pero la intención de esta formación es la de explicar un poco la
Semana Santa y lo que celebramos. La próxima semana entraremos un poco más en
el Triduo Pascual. Os invito a participar de estas celebraciones en nuestra
Parroquia, además de la Misa Crismal en la Catedral.
Antonio
Luis Sánchez Álvarez,
párroco.
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