lunes, 21 de noviembre de 2016

Pidamos la gracia de no cerrar nunca la puerta de la reconciliación y del perdón

La solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo corona el año litúrgico y este Año santo de la misericordia, como recordó el Papa Francisco la mañana de ayer domingo en la Basílica de San Pedro durante su homilía en la conclusión del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Ante miles de fieles y peregrinos el Obispo de Roma observó que sería poco creer que Jesús es Rey del universo y centro de la historia, sin que se convierta en el Señor de nuestra vida.

Este Año de la misericordia nos ha invitado a redescubrir el centro, a volver a lo esencial. “Este tiempo de misericordia nos llama a mirar al verdadero rostro de nuestro Rey, el que resplandece en la Pascua, y a redescubrir el rostro joven y hermoso de la Iglesia, que resplandece cuando es acogedora, libre, fiel, pobre en los medios y rica en el amor, misionera”, precisó el Papa Francisco, invitándonos a pedir la gracia de no cerrar nunca la puerta de la reconciliación y del perdón, sino de saber ir más allá del mal y de las divergencias, abriendo cualquier posible vía de esperanza. “Como Dios cree en nosotros, infinitamente más allá de nuestros méritos, también nosotros estamos llamados a infundir esperanza y a dar oportunidad a los demás, porque, constató, aunque se cierra la Puerta santa, permanece siempre abierta de par en par para nosotros la verdadera puerta de la misericordia, que es el Corazón de Cristo. Del costado traspasado del Resucitado brota hasta el fin de los tiempos la misericordia, la consolación y la esperanza”.

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