Rogar a Dios por los vivos, pase, porque hay
gente que sufre tantísimo por la violencia, por el hambre, por la pérdida del
empleo. De hecho, solemos pedir a Dios por los familiares y por los amigos. O
no. Eso es una cosa, bien, pero ya lo de rezar a Dios por los difuntos, con
tanto como tenemos que rezar pidiendo por nuestras cosas a diario y para
agradecer algún bien recibido de vez en cuando, eso ya no nos cuadra mucho...
y, sin embargo, la Iglesia lo pide y recomienda...
Y es que quizás hoy más que nunca sea necesaria esta obra de
misericordia, porque en el mundo de lo individual y propio, rezar por los demás
nos abre el corazón. Y esto es más cierto cuanto mayor es la esperanza que
mueve nuestra oración. Porque en el mundo de lo inmediato e intangible, rezar
por lo menos evidente, rezar por la salvación de quienes ya dejaron esta vida,
significa abrir nuestro corazón a lo más desconocido y confiar en el Amor.
Porque una oración que hace memoria de las necesidades de los demás es una
oración en la que confiamos a su Corazón los anhelos más íntimos del corazón de
las personas. Y no hay anhelo mayor que el disfrutar, cuando llegue el día, del
abrazo de nuestro Padre.
Borja Miró sj