¿Rogar por nosotros? ¿Por ellos? ¡Qué
podemos pedir para nosotros, los vivos, que no se nos esté dando…! ¡Qué para
ellos, los difuntos, que no estén ya gozando con Él!
Rogar,
pedir,… Expresamos lo que deseamos con todas nuestras fuerzas. Lo que nos
gustaría que pasara de manera más mágica o milagrosa, o con algo o mucho de
nuestra implicación. No sabemos si hace falta o no esto de rogar los unos por
los otros y por los difuntos. No sabemos si por pedirlo pasara con más
probabilidad que si no lo pedimos. Lo que sí sabemos es que escuchar nuestros
deseos más profundos en relación a nuestros hermanos y hermanas, ponerlos en
palabras y dejarlos delante de Dios es un ejercicio que merece la pena hacer y
puede darnos lo necesario para afrontar la vida y el paso de tantos a la “otra
vida”.
¿Qué
deseamos para los vivos? Que seamos felices, que tengamos salud, que
encontremos trabajo, que no nos metamos en líos, que cuidemos el planeta para
que lo puedan disfrutar muchas otras generaciones de vivos… Pedimos la palabra
y el gesto oportunos… Rogamos que sea tu Reino entre nosotros, que se haga tu
voluntad, el alimento y el agua de cada día, el perdón, la fuerza ante la tentación
y la dificultad… Paz, respeto, amor, consuelo, alegría, esperanza, amor,… ¿No
deseamos acaso lo mismo para ellos, los difuntos?
Cuando
los difuntos se hacen presentes en nuestra oración pedimos por ellos y a la vez
por nosotros. Porque expresamos que los echamos de menos, que querríamos
recuperarlos y tenerlos como antes, que en algún sitio estarán y volveremos a
encontrarnos. Imaginamos que nos miran, que saben de nuestras vidas, que están
pendientes de lo que nos pasa, que sufren nuestras desdichas y se alegran con
nuestros logros. Imaginamos que reciben a los que van llegando y les dan la
bienvenida, y los acompañan y les explican cómo funcionan las cosas allí. Quizá
fue ley de vida, o injusto, o temprano, o violento,… El caso es que la vida ya
no es lo mismo ni lo será, ni falta que hace, ni queramos pretenderlo. Pedimos
para ellos el abrazo misericordioso y largo de Dios. ¡Y para nosotros también!
¿No será que la vida plena para los vivos es la vida eterna de
los difuntos?
¿No será que la vida eterna de los difuntos podemos anticiparla
en la vida plena estando vivos?
Roguemos
al Señor…
Leticia Alonso