sábado, 4 de julio de 2015

Comentarios homiléticos al Domingo 14 del Tiempo Ordinario. Ciclo B

Continuamos leyendo el relato de Marcos contemplando a Jesús ahora en la sinagoga de Nazaret, su pueblo natal y de su familia.

Para entender bien el relato hay que situarlo en el contexto: Jesús ha vivido con su familia en su pueblo una serie de años, es bien conocido por todos, ha trabajado como operario manual ganándose la vida como uno más de la comunidad en un hogar familiar con sus padres y hermanos.

En un momento determinado, en torno al año 28 ó 29 después de conocer el movimiento de Juan en el desierto de Judea y de ser bautizado por él se ha lanzado con un grupo de amigos "incondicionales" a predicar la llegada del "Reino de Dios".
Se ha desarraigado de su familia y ha dejado su pueblo y su trabajo. Vive pobremente de la mendicidad y de la generosidad de algunos amigos incondicionales.

Para una sociedad tradicional patriarcal judía tan fuertemente religiosa, Jesús ha ofendido el "honor familiar", del clan e incluso de todo el pueblo al vivir como lo hace. No le entienden. Les escandaliza.


Por ello podemos considerar los siguientes puntos:

1º punto: Jesús después de su cambio radical de vida se presenta en su pueblo como "profeta del Reino de Dios"

2º punto: Además remueve las conciencias religiosas tradicionales con la pretensión de un cambio.

3º punto: A nosotros los lectores, con nuestra propia tradición religiosa igualmente el evangelio remueve y escandaliza a quienes "se cierran" a la Palabra que invita a dejar seguridades y a abrirse a la novedad de Dios.

4º punto: La vida cristiana conlleva de alguna manera, en la vocación de cada uno un elemento profético que generando autocritica personal y comunitaria nos lleva a crecer y madurar en la fe.

5º punto: Se trata de pasar de una fe concebida desde un plano racional o de ideas espirituales al plano de la conciencia experiencia y profética de la fe vivida desde el corazón.


Marcelino Sánchez sj