jueves, 4 de junio de 2015

Tomarse en serio a uno mismo

«Yo repuse: - ¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho. El Señor me contestó: - No digas que eres un muchacho, que adonde yo te envíe, irás; y dirás lo que yo te mande» (Jer 1, 6-7)

Es el reverso, y lo complementario, de saber reírse de uno mismo. Porque ambas cosas son necesarias.

Tomarse en serio es saber mirarse, con ojos limpios, en el espejo de la vida. Es reconocer la debilidad pero sin sucumbir a ella. Es enamorarse en varios momentos de la historia. Es complicarse los días. Es tropezar, y volver a levantarse las veces que haga falta. Es no cerrar la mente a las grandes preguntas que nos enfrentan con el amor, la muerte, y con el mismo Dios.
 
¿Quién eres, y cómo te definirías en este momento de la vida?

pastoralsj.org