viernes, 26 de diciembre de 2014

¡¡Dios se hace presente en mi vida!!

La celebración del nacimiento de Jesús está siempre cargada de actualidad.
Hay gente a la que le cansa celebrar siempre lo mismo y caer en la rutina familiar de quién no recuerda qué está celebrando realmente. Yo nunca soy la misma. Siempre afronto la Navidad de manera distinta. La llegada de Jesús siempre llega en circunstancias cambiantes.
Lo que no cambia es que es necesario recordar al menos una vez al año de manera intensa que Dios está presente, me sale al paso, se abaja a mi realidad. Está no para cambiar mis circunstancias y convertir mi vida en una senda llana sin dificultades. Tampoco lo quiero. Está para acompañarme, para cogerme de la mano, para cogerme entre sus brazos, para ponerme el hombro, para secar mis lágrimas, para mirarme con dulzura y comprensión, para gritarme que puedo, para insuflarme ánimo, para marcarme la senda, para susurrarme que me fíe, que no desfallezca, que no me detengan mis miedos…
Dios hecho Niño es la imagen de un Dios sencillo, puro, sin dobleces, juguetón, cariñoso, transparente, necesitado. Admirar el misterio. Quiero admirar el misterio. Ponerme delante y admirarlo. En silencio. Y dejarme transformar. Y dejarme acariciar.