lunes, 10 de noviembre de 2014

Respuesta ante la realidad

Un cristiano, cuentan, se aproximó a un herido en medio del fragor de la batalla y le preguntó:

- ¿Quieres que te lea la Biblia?


- Primero dame agua que tengo sed, dijo el herido.


El cristiano le convidó el último trago de su cantimplora, aunque sabía que no había más agua en kilómetros a la redonda.


 - ¿Ahora?, preguntó de nuevo.

- Primero dame de comer, suplicó el herido.


El cristiano le dio el último mendrugo de pan que atesoraba en su mochila. 


- Tengo frío, fue el siguiente clamor, y el hombre de Dios se despojó de su abrigo de campaña pese al frío que calaba y cubrió al lesionado.

- Ahora sí, le dijo al cristiano. Habla de ese Dios que te hizo darme tu última agua, tu último mendrugo y tu único abrigo. Quiero conocerlo en su bondad.