lunes, 6 de octubre de 2014

TÚ - Yo

TÚ-Yo

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yo-yo.
El yo-yo es un juguete formado por dos discos que dejan una ranura entre ellos, alrededor de la cual se enrolla un cordón que, anudado a un dedo se hace subir y bajar alternativamente… Siempre me ha hecho gracia este nombre, quizá haciendo relación a que todo en este juego depende de mí… yo lanzo, yo recojo… habla de un dinamismo concreto: yo y sólo yo…
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Sin embargo, propongo esta vez, como pista para orar, una palabra, que son dos, formando una unidad estrecha: TÚ-yo. He leído hace poco en un libro de Javier Melloni: “la oración es posible porque hay dos”. Muy cierto. Y muy importante.
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Orar no se puede sin esta conciencia de un Tú, porque no es un monólogo, no es una secuencia de pensamientos, no es un examen, ni una ocasión para planificar mi vida, ni para resolver problemas, YO, YO… dirá Sta. Teresa de Jesús que “orar es tratar de amistad con aquel que sabemos nos ama”. La amistad también es cosa de dos, y es intimidad, es diálogo, es complicidad, es vida compartida, es esperanza, es descanso, es palabra y silencio… así la oración.
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yoyo2.
Oramos porque hay un Tú, cuya existencia afirmamos, un Tú al que nos sentimos re-ligados, que afecta hondamente a nuestra existencia, un Tú peculiar, especial… con el que podemos hablar, a quien podemos escuchar, a quien le importamos, que cuenta con cada una de nosotras sus criaturas, y a quien le importa lo que hagamos con el resto de criaturas…
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Las características de este Tú las vamos conociendo por la Palabra Revelada, la Biblia:
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  • El Tú que no se queda en-si-mismado, sino que sale de sí y crea, ordena el caos, da vida. Y vio que todo era bueno. (Gn 1)
  • El Tú que hace Alianza con la humanidad, por amor. Que siembra esperanza porque cumple lo que promete, porque es Fiel. (Gn 12; Dt 7, 7-9)
  • El Tú que escucha el clamor de su pueblo y baja a liberarlo de la esclavitud, de todo tipo de esclavitud (Ex 3)
  • El Tú que siente celos cuando el pueblo adquirido por él le abandona por otros diosecillos que no pueden salvar (Ex 20, 5; Is 45, 20; Os 2…)
  • El Tú que espera paciente que su pueblo vuelva a Él después del desastre, la humillación, el pecado, la decepción… (Os 6, 1; Is 45-46)
  • Un Tú que no duda en tomar nuestra misma carne para hacerse entender en nuestro propio lenguaje y experiencia de humanidad. (Jn 1)
  • Un Tú fiel hasta la muerte por amor a cada ser humano. Fiel a su propia Palabra, que es una palabra de vida en abundancia, un derroche de amor y bendición, de gracia y misericordia. (Mc 14, 32; Ef 1, 3-9)
  • Un Tú eternamente vivo, presente, cercano, actuante, compañero… (Lc 24)
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En definitiva un Tú que busca la comunicación, que sale al paso de hombres y mujeres concretos en situaciones concretas. Un anuncio decía últimamente “Te buscamos a ti. Sí a ti.” Pues eso podemos poner en boca del mismo Dios.
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Ese Tú, busca mi yo. En la relación, rehace y constituye mi yo, en una religación interactiva que necesita del diálogo y comunicación, la mutua presencia (a aparente ausencia a veces)… El yo necesita de un tú para existir y saber que existe, no personas yo-yo, sino abiertas…
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imaprincipito
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Me viene a la cabeza lo de DOMESTICAR del zorro y el Principito… en la oración, como en la amistad, se trata de crear vínculos, más allá de una relación funcional, utilitaria… dedicar tiempo para que esa relación sea única, aunque el TÚ de la oración sea el Dios de todos, universal…crear unos ritos propios, ambiente oracional único entre TÚ y yo…
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Cuando vayas a orar, busca, invoca, descansa, habla, llora, escucha, calla, canta, ríe… con un Tú. Podrás hasta ponerle un nombre particular que a ti te diga mucho: mi roca, mi libertador, miPadre, mi amigo… mi… solo si para ti es un verdadero TÚ.
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Extraído de www.acompasando.org