Continuamos en Jerusalén, en los últimos días de la vida de Jesús. Aquí
sigue el texto de Mateo situando la parábola de los viñadores homicidas.
El evangelista continúa mostrando el enfrentamiento y la tensión
creciente entre Jesús y los dirigentes religiosos.
Jesús ha venido desde Galilea para celebrar la fiesta de Pascua y habla
en parábolas para provocar interrogantes al oyente. La
gente ha ido escuchando con atención las parábolas que Jesús ha ido contando
por los pueblos, animándoles a descubrir un mundo nuevo.
Esta parábola va dirigida especialmente, como la anterior, a los
dirigentes religiosos que se consideran con autoridad divina para hacer y
deshacer (sumo sacerdote, sacerdotes con funciones en el Templo y Sanedrín).
Por otra parte la parábola de la viña, en la tradición bíblica como
sabemos es imagen genérica de lo que pertenece a Dios: el mundo,
particularmente Palestina, que lo ha entregado al pueblo de Israel.
Jesús, con la parábola, no denuncia al pueblo creyente sino a los
dirigentes religiosos.
Está en la línea de lo sucedido con los profetas antiguos de Israel. Se presenta,
se anuncia y denuncia el destino y la suerte que espera a los profetas que
criticaron los desmanes de los dirigentes del pueblo.
La comunidad mateana aplica a Jesús mismo el final de la parábola y saca
la moraleja: "entregar la viña a
otros trabajadores". La nueva comunidad cristiana sustituye al antiguo
Israel.
La moraleja de la parábola habla, en el fondo, de un cambio en la
experiencia del Reino de Dios.
Para nosotros ahora, ¿qué?
Es necesario aplicarnos alguna otra moraleja que podamos deducir.
Podría ser:
Dios no justifica a los que tienen alguna autoridad y la ejercen con
irresponsabilidad u opresión.
O también:
Este mundo es de todos y los bienes ha de ser conservados y distribuidos
con equidad y responsabilidad (dimensión ecológica).
Marcelino Sánchez sj