Continuamos leyendo a
Mateo en el contexto de los días anteriores a la Pascua. Es un momento
de mucha tensión entre Jesús y los dirigentes religiosos judíos.
Aquí entran en escena los
fariseos coaligados con los herodianos, obviamente ligados al "statu
quo" romano que no quieren perder su privilegio en la situación social que
Jesús está claramente criticando.
En el diálogo con Jesús
hay por una parte un elogio sarcástico e insólito y por otra una pregunta fina
y comprometedora. Es una "pregunta-trampa". Es una pregunta sin
respuesta auténtica porque sería acusado de "colaboracionista" o bien
de "subversivo".
Ellos están en un contexto
de sumisión a Roma de la que querrían liberarse, pero por otra parte gozan del poder
y el control sobre su pueblo que Roma les permite y tienen los beneficios
económicos correspondientes.
Jesús está al margen de
ese sistema. No está al servicio del Imperio; ha entrado en la dinámica del Reino
de Dios. No vive para desarrollar el Imperio, sino para hacer posible la
justicia de Dios en la base del pueblo de Israel.
En el pensamiento de
Jesús, "Dios y el César" no son como dos poderes que pueden exigir
cada uno sus derechos a sus súbditos. La división de poderes y de ámbitos
religioso y político es una cosa actual. Jesús piensa que a Yahvé le pertenece todo como dice el
salmo: la tierra y todo lo que contiene, el orbe y todos sus habitantes.
Por eso en la respuesta Jesús va al fondo de la cuestión: La cara del César, el
poder del dinero.
Entonces nos preguntamos: ¿Qué
le puede pertenecer al César, que no sea de Dios?
En el pensamiento de
Jesús: Sólo su dinero injusto.
Jesús diría: Si estáis
comprometidos con el dinero injusto, soltad prenda... Pero al final Dios
juzgará.
¿A qué Señor estamos
sirviendo de verdad en nuestra vida?
¿Cuáles son los valores
fundamentales que mueven nuestra vida?
Marcelino Sánchez sj