Juntos caminamos en este tiempo de Cuaresma hacia
Jesús. Juntos nos cuidaremos en esta ruta, porque el amor es nuestra
seña. Juntos nos ayudaremos con el ayuno que Dios quiere (la
misericordia), la limosna (el compartir) y la oración (la unión de
corazones con el Señor). Juntos y con la proximidad del Espíritu, tan
discreto y tan buen acompañante.
¡Qué tiempo tan espléndido para hacerlo realmente en comunión!
Preocupados unos por otros, sin individualismos, teniendo una mirada más
amplia que la propia.
La Cruz será nuestra señal y nos guiará. Acoger la cruz, cargar con
ella, asumirla, llevarla con garbo y alegría. Ser pequeños Cirineos con
los que no puedan con ese peso. Cuaresma, tiempo de solidaridad.
Si las fuerzas decaen, ya vemos dónde anda la gasolinera: ayuno, limosna
y oración. Tan sencillo y, a veces, cómo nos aturrullamos en el camino.
Nos encontraremos con baches y con dificultades. Tropezaremos en la
piedra (¿cuántas veces?). No importa. El perdón de Dios es más grande
que nuestras caídas y torpezas.
Y, al final, Cristo Resucitado, que vence al pecado y a la muerte. Hacia Él caminamos. ¡Buena ruta, hermanos!
Extraído de Reflejos de luz