Sabemos que Ignacio se vio a sí mismo como peregrino. Aún
de viejo, pocos meses antes de morir, al hacer su relato autobiográfico
al P. Cámara, parece haberse referido a sí mismo como “el peregrino”, o
“el pobre
peregrino”, porque así lo llama frecuentemente el P. Cámara. Y es
verdad, que la vida de San Ignacio es la de un peregrino, durante muchos
años, hasta su instalación en Roma. Ignacio es un “peregrino” no sólo
porque viaja a Jerusalén. La carta de Inés Pascual
en que se firma con ese nombre, le escribe después de haber vuelto de su
peregrinación a Jerusalén. Y sin embargo se sigue viendo y llamando a
sí mismo como “El pobre peregrino”.
De alguna manera, Ignacio es un peregrino toda su vida. Un
peregrino de Dios que pide ser guiado por Él. Así se ve a sí mismo -
como nos lo revela un pasaje de su Diario Espiritual escrito en 1544 –
necesitado
de la guía divina para acertar en la elección del camino por el que “busca la voluntad de Dios”:
Leemos en ese pasaje del Diario correspondiente al día 5
de marzo de 1544, que mientras Ignacio preparaba el altar para decir
Misa, pidiendo a Dios luz para saber cómo debía ser la pobreza de la
Compañía de Jesús,
sentía y hablaba así, dentro de sí mismo, con Jesús: “Donde me queréis, Señor, llevar”;
“y esto multiplicando (=repitiendo) muchas veces, me parecía que era
guiado, y me crecía mucha devoción, tirando a lagrimear. Después a la
oración para revestirme
(los ornamentos de la Misa) con muchas mociones y lágrimas ofreciendo me
guiase y me llevase...en estos pasos, estando sobre mí, donde me
llevaría. Después de vestido (revestido) no sabiendo por dónde comenzar y
tomando a Jesús por guía...pasé hasta la tercera
parte de la Misa con mucha asistencia de gracia y devoción calorosa... y
decía, volviéndome a Jesús: Señor, dónde voy...siguiéndoos, mi Señor, yo no me podré perder”.
...Así comienza la reflexión elegida - basada en el texto
de Horacio Bojorge -, de esta tercera parte del foro que ya está
habilitado para los integrantes del Seminario de Espiritualidad
Ignaciana.
Desde este blog, os animamos a participar en el foro para,
entre todos, compartir los sentimientos, las mociones que la lectura
orante de esta tercera etapa del Peregrino nos va sugiriendo a cada uno
de nosotros.
Esta riqueza en la dispersión cotidiana de cada uno nos une en la
distancia en un mismo Espíritu y recrea de alguna manera esa unidad de
los compañeros de Ignacio.M.J.