Para buscar la luz que oriente nuestra vida, hemos de cultivar la actitud del Evangelio de Mc 13, 33-37:
“Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa”.
La cosa va de prestar atención, de estar en vela, de no dormirnos ante la visita tan importante que viene, especialmente en Adviento, a nuestras vidas. ¿Qué nos impide estar despiertos? ¿Qué imposibilita que encendamos la vela de la acogida, del amor, del compartir, de la alegría, de la esperanza? ¿Quién puede encender la mecha de nuestra alma?
Hasta que no nos pongamos en tesitura de ofrecernos al Padre, esa llama no prenderá. La oración nos ayudará, como instrumento privilegiado para ese necesario encuentro.
¡Ánimo! ¡Velad! ¡Encended la vela! Hasta que la gran estrella nos oriente. En este tiempo de inseguridad, de oscuridad que estamos viviendo, mantenernos en vela nos ayudará a renovar nuestra profunda esperanza en el Señor Jesús, que viene.
Dibu: Patxi Velasco Fano
Texto: Fernando Cordero ss.cc.
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