«El sol y las estrellas permanecieron ocultos durante muchos días y, como la tempestad no disminuía, perdimos toda esperanza de salvarnos».
Salmo 119, 105-110
Marcos 4, 35-41
Reflexión
Cristo es nuestra luz y nuestro guía. Sin la luz y la guía de Cristo nos desorientamos. Cuando los cristianos pierden de vista a Cristo, se vuelven miedosos y se separan unos de otros. Por otro lado, muchas personas de buena voluntad que están fuera de la Iglesia no son capaces de ver la luz de Cristo, ya que a causa de nuestras divisiones los cristianos reflejamos la luz de Cristo con menos claridad y, a veces, incluso la ocultamos. Al buscar la luz de Cristo, nos vamos uniendo más unos a otros y reflejamos mejor esta luz, volviéndonos verdaderamente un signo de Cristo, luz del mundo.
Oh, Dios, tu palabra es luz para nuestros pasos
y sin ti nos perdemos y nos desorientamos.
Ilumínanos, para que por medio de tu palabra podamos
caminar por tu senda.
Que nuestras Iglesias anhelen tu presencia que guía, consuela y transforma.
Danos honestidad para reconocer aquellos momentos
en que hacemos difícil que otros puedan ver tu luz;
y danos la gracia que necesitamos para compartir tu luz con los demás.
Te lo pedimos en el nombre de tu Hijo,
que nos llama a nosotros, sus discípulos, a ser luz del mundo. Amén.