Todo el tiempo de Adviento es una larga preparación para la Navidad, para acoger al Señor
que viene. El Adviento es una llamada. Es una invitación a la conversión. Una llamada a romper las
cadenas de nuestro egoísmo, a desprendernos de todo lo que nos pesa por dentro.
Es bueno que juntos nos pongamos ante el Señor para
reconocernos pecadores y necesitados de su ayuda. Para ello, mañana viernes, 13 de diciembre, celebraremos en la parroquia el acto penitencial de Adviento. Será a las siete de la tarde, después de la adoración al Santísimo (que se adelantará a las seis y media).
El Señor nos espera. ¡Acudamos a su llamada!
Hazme ver, Señor, mis fallos y culpas,
los que no veo y los que no quiero ver.
Los stops a tu llamada,
los silencios ante la injusticia,
los talentos que no desarrollo,
la pereza para retomar tu camino,
la alergia a todo esfuerzo,
el apego a mi estatus,
el miedo a lo nuevo,
el bien que no hago,
esas diarias justificaciones...
Y, también, mis cumplidos por quedar bien,
mis ganas y manejos por ser el centro,
mis críticas ácidas que matan ilusiones,
mi desamor que justifico como falta de tiempo,
mi soberbia escondida y su falsa protección,
mis sentimientos mal encauzados que me anegan,
mis frenos a la generosidad ajena,
mis batallas oscuras y sin causa,
mi ridícula dignidad...
Hazme ver, Señor, mis fallos y culpas,
los que no veo y los que no quiero ver
Ábreme los ojos y el corazón.
¡Lávame, despiértame y renuévame!
