domingo, 18 de marzo de 2018

MALA HIERBA NUNCA MUERE 18 marzo – 5º CUARESMA


No hay que ser especialista en jardines para saber que la buena semilla hay que cuidarla con delicadeza para que crezca y aún así, a veces, se muere. Sin embargo, si hay algo que crece sin necesidad de que nadie lo cuide, son las malas yerbas. Supongo que por eso el refrán popular lo tiene tan claro: mala hierba nunca muere.
Estamos acercándonos ya a la Pascua. El Evangelio nos sitúa con Jesús y los discípulos en Jerusalén. Cuando los griegos quieren ver a Jesús, como si de un famoso cualquiera se tratara, no esperarían un discurso sobre servicio, entrega y muerte. Seguramente, no. A todos nos gusta más esto de brillar, dar fruto, crecer, ser admirado y reconocido. Pero lo de caer en tierra y morir… eso ya nos cuesta más.
Pero, ¡qué sabio el refrán contemplando el Evangelio de este Domingo! Si sólo el grano que muere en tierra da fruto, los que no mueren no dan nada, ¿verdad? Ahora va a resultar que las malas hierbas, además de abundar en cualquier campo, no dan nada, ¡porque no mueren!
Ninguno diríamos que queremos ser mala hierba. Pero eso de no morir, de que nadie te anule, de no tener que renunciar a nada ni anteponer a nadie antes que a ti… ¡a eso sí nos apuntamos! Es más: de eso nos ponemos morados… pero no es morado de Cuaresma. Dirás que malas hierbas habrá siempre, pero recuerda también aquello de que “un grano no hace granero, pero ayuda al compañero”. Pongamos nuestro granito… siempre será mejor que aportar malas hierbas que no sirven, que no dan la vida, que no se entregan; simplemente lo llenan todo. Y además de dar fruto, cuando toque, estaremos más cerca de Jesús que no tuvo miedo a la muerte ni huyó de ella. Así, sí podemos ponernos morados… de Cuaresma.

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