En
el día de hoy celebramos en la ciudad de Jerez la Solemnidad de Nuestra Señora
de la Merced, patrona de la misma.
Entre
las familias religiosas dedicadas con el vínculo especial a la Madre de Cristo,
se encuentra la Orden de Nuestra Señora, la Virgen María de la Merced, que
fundó San Pedro Nolasco (+1256) para la redención de los cautivos cristianos,
en el año 1218, en Barcelona, después de haber consultado a San Raimundo de
Peñafort (+1275) y a Jaime I (+1276), rey de Aragón.
La
Santísima Virgen es venerada con el título «de la Merced», sobre todo en los
territorios de Aragón y Cataluña, y en muchos lugares de la América latina.
La
imagen de la Virgen de la Merced viste totalmente de blanco; sobre su larga túnica
lleva un escapulario en el que está impreso, a la altura del pecho, el escudo
de la orden.
Un
manto blanco cubre sus hombros y su larga cabellera aparece velada por una fina
mantilla de encajes.
En
unas imágenes se la representa de pie y en otras sentada; unas veces se muestra
con el Niño en los brazos y otras los tiene extendidos mostrando un cetro real
en la mano derecha y en la otra unas cadenas abiertas, símbolo de liberación.
La
iconografía usada para representar a esta Virgen de la Merced, es aquella cuya
vestimenta es su manto (a partir del siglo XVI, con el hábito de la orden de la
Merced), mientras ora o cobija bajo él a un grupo de presos cautivos, pero
también a santos, o personas de todas las clases sociales.
Las
oraciones para esta Eucaristía, teniendo en cuenta la finalidad para la que fue
instituida la Orden mercedaria, celebra en primer lugar a Cristo, «Redentor de
los hombres, que «nos mereció con su Sacrificio» «la verdadera libertad de
hijos».
Luego
conmemora a la Santísima Virgen que, por ser la esclava del Señor (cf. Lc 1,
38) y estar totalmente entregada a la obra del Hijo redentor (cf. LG 56), es
llamada con razón «Dispensadora de los tesoros de la redención».
En la Misa la Santísima
Virgen es celebrada como:
- nueva Judit, ya que, así como la antigua Judit, con gran valentía,
liberó al pueblo del asedio de Holofernes, así María, luchando contra la
Serpiente primordial, trajo el bien al pueblo de Israel y a toda la Iglesia
(cf. 1ª Lectura 15, 8-10. 14; 16, 13-14);
- profetisa de la redención de Israel, ya que, convertida en voz de
su pueblo, proclamó la grandeza del Señor, que, acordándose de su misericordia,
había auxiliado a Israel, redimiéndolo de la esclavitud del pecado (cf.
Antífona de entrada, Lc 1, 46a. 54-55a);
- asociada a la Pasión de Cristo, ya que la Santísima Virgen, que
estuvo junto a su Hijo desde su «humilde Nacimiento»; estuvo también «asociada
a su Pasión junto a la Cruz»; con razón, pues, se toma para la lectura
evangélica el texto de San Juan sobre la presencia de la Virgen junto a la Cruz
del Señor (Evangelio, Jn 19,25-27);
- Madre amantísima, que el Señor nos concedió misericordiosamente, y
que «cuida siempre con afecto materno / a los hermanos de su Hijo que se hallan
en peligros y ansiedad, / para que, rotas las cadenas de toda opresión, /
alcancen la plena libertad del cuerpo y del espíritu» (Prefacio);
- abogada nuestra (Prefacio) y celestial
patrona (Oración después de la comunión); María, en efecto, «elevada a la
Ciudad celeste» (Prefacio), intercede constantemente por nosotros.
Los
textos de esta Misa se han tomado del Proprium missarum Ordinis beatae
Mariae Virginis de Mercede, Curia General de la Orden, Roma 1976, pp.
26-28. 50.
Recuerda acompañar a la patrona esta tarde a las 18:30 desde la Basílica de la Merced.
Antonio Luis Sánchez Álvarez,
párroco.
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