lunes, 17 de julio de 2017

Sembrad la tierra de Amor

Mt 13,1-23
La semilla es como el agua de la lluvia. Concentra vida y puede hacer florecer la vida que la Palabra nos brinda continuamente. Podemos ser impermeables como sucedió con la parábola del sembrador, por permanecer en la superficie –en el borde del camino-, por habitar el terreno pedregoso –no tener un corazón de carne sino de piedra- o por caer entre zarzas –convertirnos en un espino para los demás-. Pero siempre hay posibilidad de convertirse en tierra buena, cuidada, labrada, mimada. ¡Cuánto saben los agricultores de mimos para la tierra! De su buen hacer podríamos aprender nosotros para la vida espiritual.
Dios Padre en su sueño sobre la humanidad nos envía al Hijo con la creatividad del Espíritu para llenar el mundo de su amor. Un amor multicolor, cargado de belleza, compromiso y esperanza. No desaprovechemos estas benditas semillas del Reino, que ya germina en el interior de los corazones buenos.
Fernando Cordero ss.cc.

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