martes, 21 de febrero de 2017

Decálogo del catequista

1. Es consciente de que continúa la obra de Jesús. Intenta despertar el gusto por las cosas de Dios. El conocimiento y la escucha de la Palabra de Dios.

2. No es independiente. Está en comunión con toda la Iglesia. Su misión no es hablar de aquello que le parece sino de aquello que debe: Jesucristo es la Salvación.

3. Procura dar testimonio desde su fe. No es un profesional de la enseñanza. Su vida cristiana será el mejor recurso y el insustituible pilar para su apostolado.

4. Presenta y confía a Dios su responsabilidad. Sabe que, en la oración, está su fuerza y que por lo tanto el Señor, en el silencio y en la reflexión, le indica el camino a seguir.

5. Es responsable en su formación. Asiste con entusiasmo a la formación de catequistas. Habla, con conocimiento y  consistencia, de las verdades fundamentales del cristianismo y de la Iglesia.

6. San Pío X llegó a decir “Ser catequista es el apostolado más grande de nuestros días”. El catequista es consciente de que, su misión, es hacer llegar el mensaje de salvación donde educadores o padres no pueden o no están interesados en hacerlo.

7. No siente el agobio del tiempo. El catequista siempre dispone de tiempo para Dios. Es sabedor de que, el Padre, merece una dedicación entregada, confiada y sin excusas.

8. El secreto del catequista no está en sus habilidades. Su poder y su rearme está en la Eucaristía. Un catequista sin Eucaristía es como un río cuyo cauce puede secarse en cualquier momento.

9. Es reflexivo y metódico. Prepara con tiempo su catequesis. No es buena la improvisación. Entre otras cosas, la invención, significa rutina, desencanto y falta de respeto hacia los demás.

10. Supera las dificultades. Sabe que, la fe, es mirar a la cruz. Y, en la cruz, Jesús nos habla de la confianza. Nos invita a esperar contra toda esperanza. ·”Todo lo que hagáis a estos pequeños, me lo hacéis a mí”

Extraído de Reflejos de luz