lunes, 16 de enero de 2017

UNA VIDA ENTREGADA A LOS POBRES

El pasado lunes acogimos en nuestra parroquia el funeral por el eterno descanso de Sor Agustina Barcia. La noticia de su fallecimiento nos conmovió profundamente, y aunque desde la fe sabemos que se encuentra gozando de la Caridad infinita de Dios, humanamente nos apena no volver a verla compartiendo con nuestra comunidad parroquial la Eucaristía.  D. Antonio Manuel Durán Borrego, sacerdote capellán de las hermanas y del colegio Luisa de Marillac del Puerto de Santa María y durante cuatro años capellán de las hermanas de Madre de Dios, fue el encargado de realizar una semblanza de lo que significó la vida de Sor Agustina (si eso es posible de alguna manera). Nadie mejor que él para consolarnos en estos duros momentos, fue  durante dos años encargado de atender como párroco la barriada de Lomopardo donde trabajó codo con codo con Sor Agustina en favor de los más pobres. Transcribimos aquí sus palabras cargadas de cariño y reconocimiento a esta gran Hija de la Caridad que vivió por y para los pobres, sus “amos y señores” como decía San Vicente, siendo testigo del Amor infinito de Dios.

                   “SE NOS HA IDO UNA GRAN MUJER, UNA GRAN HIJA DE LA CARIDAD” 
"Hace falta una mirada para ver a quienes se quieren esconder. Hace falta una sonrisa que ilumine a quienes ya no pueden creer. Necesito de tus manos para alimentar a los que nacen sin tener. Necesito de tu canto y hacer volar a quienes no pueden correr. Toma mi mano que estoy contigo que el sueño del pobre puede ser cumplido. No busques fuera lo que tienes dentro. Tú tienes poder, aquí está mi proyecto. Imagina que regalas tu vida y un cielo de estrellas. Es la luz que te guía. Descubrir la magia que puedes sentir. En tu corazón hallarás, que Dios contigo está. Porque tú eres diferente y te duelen el dolor y la maldad. Responsable de una herencia en el servicio y el amor a los demás. Imagina lo que quieras. Lo que pienses puede hacerse realidad. Porque nace de tu magia. Un mundo nuevo conmigo lograrás". 

                   Podría sonar una melodía: “A mí manera”. Así vivió Sor Agustina, a su manera pero viviendo en la verdad y en la entrega de su vida como verdadera Hija de la Caridad, con mucha generosidad  y con enorme corazón. Ese gran corazón es lo que la salvaba y la hacía grande ante tantas decisiones que en ocasiones chocaban en su quehacer cotidiano. 
                   Continuamente sor Agustina estaba cambiando de teléfono  móvil, no por ella que no daba importancia a esas cosas materiales, sino porque se lo cambiaban,  y aunque últimamente no sé si era así, (supongo que sí), al sonar su móvil al recibir llamadas o bien como tono de despertador sonaba una melodía que decía así: “encontrarme contigo, Jesús de Nazaret, es la dicha más grande de mi vida”. Cuando perdía o cambiaba de móvil, insisto porque se lo cambiaban, no descansaba hasta conseguir que alguien volviera a ponérsela de nuevo. Decía “que expresaba sus sentimientos más profundos. Los mismos que le hacían sentir un poco de envidia de aquellos que morían y ya podían gozar del encuentro pleno con el Señor”. 
                   “El  fin, muy cerca está lo afrontaré serenamente…”, continúa así la letra de la canción “ A mi manera”. Aunque mujer vital y vitalista, agarrada a la vida  y queriendo dejar siempre buena siembra,   consciente de su progresiva debilidad quiso ponerse en los brazos tiernos y bondadosos del Padre. Recibió el sacramento de la unción de los enfermos de mis manos y con plena conciencia, quiso estar acompañada y rodeada de sus hermanas de comunidad y la expresión que más repetía era: “GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS”. Antonio, me decía, “No sabes lo buenas que son mis hermanas y lo bien que se están portando conmigo todas. Gracias, gracias y mil veces Gracias”. Soy testigo personalmente del cariño y la atención mostrada por su comunidad, por su familia de sangre y por muchos amigos y conocidos que con cariño la han acompañado desde la oración y preocupación. 
                   Mujer de excelente  y exquisito buen humor: “no me saques vieja, que voy a tu casa a buscarte”, le decía entre bromas a Juan Carlos Toro, periodista gráfico que le hacía un reportaje. O bien expresiones como “si solo tengo 85 años  ¿eso qué es?”. Ella, entre bromas, presumía de haber hecho un trato con Dios mediante el cual la dejaría aquí hasta los 105 años, en estos últimos momentos decía que ella no tenía prisa, pero que ese trato ya le parecía excesivo. 
                   Mujer polifacética, impredecible, siempre desconcertante, pero... algunos rasgos, que han sido constantes en su vida pudieran ser los siguientes: 
- Su preferencia por los pobres, anteponiendo el servicio a ellos sobre todo lo demás. Es la caridad en acción la que ha movido siempre su vida. Verdadera Hija de la Caridad. Ella siempre lo llevaba a gala y con orgullo. De pequeña estudió en las salesianas y allí recibió la propuesta de hacerse Hija de María Auxiliadora, pero siempre decía que el Señor la llamó a ser Hija de la Caridad y “mil veces que naciera, volvería a ser Hija de la Caridad”, decía. 
                   Qué alegría poder ver entre los asistentes al funeral el rostro de muchos agentes sociales y delegados de barriada de la zona, con los que ella trabajó tantas veces con la idea y la tarea de dignificar la vida de la gente humilde y sencilla. 
                   Qué alegría ver a muchos de los vecinos de Lomopardo que tanto tienen que agradecer a Sor Agustina y a todas las hermanas por ser lo que hoy son.
                   Qué alegría poder ver a los responsables de Cáritas diocesana reconociendo y engrandeciendo la labor en el corazón de la Iglesia que ha desempeñado siempre por los más débiles. 
                   Qué cariño tan grande  nos une a ella y nos congrega hoy aquí  derramando nuestras lágrimas llenas de amor y cariño y hechas oración por ella.  Hasta Santiago Torreño que ha pasado media noche en el hospital en urgencias está aquí  para dar gracias a Dios por el don de la vida de sor Agustina que tanto cuidó de sus hijos cuando, como muchos tuvo que emigrar a Alemania en busca de oportunidades. 
                   Que suerte su familia “de sangre” que tanto ella ha querido y de la que siempre se sintió tan orgullosa. 
- Su valentía e intrepidez: decía que no conocía qué era el miedo, y desde luego que lo demostraba: 
             - El robo en el colegio y ella bajaba sin miedo a enfrentarse con los ladrones frente a frente. 
             - El estar dentro de un bar con el bar lleno de gente y coger a un maltratador y decirle que si volvía a ponerle una mano encima a su mujer que eso  solo hacían los… y que si volvía a atreverse que lo volviera a intentar que ya se encargaría ella que todos se enteraran que era un… 
               - O bien cuando cogía por el cuello de la camisa a uno de los vecinos de la barriada que bajaba bastante bebido para  interrumpir la reunión o Eucaristía que se estaba celebrando y con toda su fuerza lo sacaba fuera para que no molestara. Uno de ellos cuando estaba en sus cabales le dijo: “ ufff sor Agustina que fuerza tiene usted”. 
               - Su sentido del humor que la hacía cercana, asequible y divertida. Hasta en las despedidas de hermanas, de familiares y de amigos siempre tenía algún chascarrillo que contar para hacer sonreír y aliviar el dolor y la pena incluso estando en el tanatorio. 
                   - Su gran capacidad comunicativa, su espíritu luchador, libre y rebelde. 

Ha destacado por ser: 
       MUJER: en muchos momentos de su vida en defensa de la mujer maltratada 
       HIJA DE LA CARIDAD: presumía de ser Hija de la Caridad, y sentía el orgullo de serlo.
       Todo lo que hacía le salía de... LAS ENTRAÑAS, lleno de corazón y de pasión, si bien es cierto que eso en ocasiones le jugó malas pasadas. 
                   Es bueno y es justo en este momento reconocer y nombrar junto a ella a la pequeñita de estatura y grande de corazón sor Dolores y a la gran y simpática  Sor Juana y a tantas hermanas que directa o indirectamente han dado vida, valor y sentido a las vidas de tantas familias en aquel cachito entrañable de jerez que es Lomopardo y a la comunidad y hermanas de Madre de Dios que tanto han sostenido su trabajo, entrega y dedicación.
                   Doy gracias a Dios por el don de la vida de Sor Agustina, con quien no siempre era fácil trabajar por su forma particular de entender la vida y la caridad, pero de quien pude aprender y contagiarme de un profundo amor por el Señor y su Iglesia, desde donde poder ser servidor de los humildes y sencillos donde Dios sale a nuestro encuentro cada día.

                   Gracias sor Agustina por el testimonio de tu vida y por todo lo que has sabido transmitir siendo una joven de ochenta y tantos años.