sábado, 28 de enero de 2017

Comentario Evangelio del domingo 29 de enero de 2017 - IV Tiempo Ordinario, Ciclo A - Mt 5, 1-12

Las Bienaventuranzas, pronunciadas por Jesús, vienen a ser como la “carta magna” del Reino de Dios. Es decir aquella guía para ser felices, que es lo que Dios quiere para todos los hombres. Pero que, sin embargo, al no ponerlas en práctica, el hombre se empeña en no ser feliz, en llevar una vida desgraciada, y en hacer desgraciados a otros.
Como he repetido muchas veces: lo que Dios quiere, lo que Dios sueña, es que los hombres, sus hijos, seamos felices. Pero eso conlleva unas condiciones, que nos empeñamos en no cumplir, debido a la envidia, el poder abusivo, la falta de solidaridad, etc. Y así, surgen las guerras, todo tipo de violencia, de desigualdades, de injusticias…
Las condiciones a que me refiero, nos las enseña, hoy, el evangelio en esos modos de comportarnos, que llamamos las Bienaventuranzas, porque empieza cada una diciendo: Bienaventurado los que…. Es decir: felices los que…Aunque, a veces, creamos que es más feliz el que abusa de los demás, el que tiene muchas riquezas, el que domina despóticamente a los demás, el que no perdona, el que no sabe respetar los derechos de los demás, el egoísta que nunca comparte nada con los demás, etc, sin embargo, debemos estar seguros de que no es así. Aunque parezcan más felices, aunque tengan ratos buenos, porque tienen de todo, incluso a costa de otros, no pueden tener la conciencia tranquila, y no pueden ser tan felices como aparentan, o se trata de una felicidad pasajera.
La felicidad viene de otras causas, de estar en paz consigo mismo y con los demás, de saber atender al necesitado, de ser justos, de comportarse con misericordia. Es decir, de procurar vivir conforme al deseo de Dios.

Los que eligen ser pobres, porque saben compartir con los más pobres; los que trabajan por la paz, y son pacíficos; los que ejercen la misericordia con los más débiles; los que tienen un corazón limpio para descubrir a Dios en las personas y en los acontecimientos.
Félix González
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