En esta nueva pista de oración voy a sugerir simplemente ¡invoca a María! Para que todo vaya bien, lo mejor posible. Sé que es un tema complejo, discutido. Me estoy refiriendo a María de Nazaret, la madre de Jesús, la madre de Dios (Theotokos). Unos la endiosan, en el verdadero sentido de la palabra, la divinizan, olvidándose de que fue una mujer de carne y hueso, de nuestro pueblo… Otros la marginan de su vida, quizá afectados en contra de una devoción mariana sensiblera, “con flores de virtudes postizas” diría Mª Antonia París, que en nada afecta a una vida más evangélica.
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Esto no va a ser un tratado de mariología. Solo quiero transmitir algunas convicciones que tengan relación con la oración.
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Hay muchas advocaciones marianas, muchas y variadas. Algunas unidas a leyendas, situaciones concretas de la manifestación local o actuación de María… ¿cuántas conoces? Normalmente hacen relación a lo que ella es: en ella tomó carne el Hijo de Dios, el Enmanuel, Jesús el Salvador (Lc 1, 35; 2, 11; Mt 1, 21-23) y lo que hace: es la Mediadora entre Dios y el ser humano (Jn 2, 1-11), siempre madre y todo lo que eso significa: refugio, auxiliadora, compañera. Por ella nos vino Jesús, ella es camino hacia Él. Ella no es Dios, pero es la criatura que más cerca ha estado y está de Él. Tal como leemos en el texto de las Bodas de Caná ¿qué puede negarle un hijo a su madre cuando ésta se lo pide. Jesús nos entregó al pie de la cruz a su madre (Jn 19, 25-27) y cada discípulo puede llevársela a su casa, si lo desea, tenerla entre sus cosas más queridas. María es madre de la Iglesia, ningún sufrimiento de sus hijos le resulta indiferente, por eso podemos invocarla para que ella presente nuestras necesidades a su Hijo, vivo y presente a todos los tiempos. INVOCA A MARÍA con fe, con confianza de hijo, de hija.
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Hay una advocación muy querida por el Papa Francisco que es la Virgen desatanudos. Él se encontró durante su estancia en Alemania con esta imagen, del pintor Johann Melchior Georg Schmittdner, realizada en torno al año 1.700 y comenzó a difundirla a su regreso a Argentina. Me parece una imagen muy sugerente. Aparece la Virgen Inmaculada, asistida por unos ángeles que le van pasando una cinta con nudos, para que ella los desate.
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¿Quién no tiene uno o varios nudos en su vida? Situaciones de lío, enmarañadas, complicadas… que nos hacen decir “las cosas no van bien”. Enfermedades, conflictos en la relación, penurias económicas… la pista para orar hoy es presentar esos nudos a María y permitir con nuestra fe y confianza que ella los desate presentándolos a su Hijo. Como en las Bodas de Caná, junto a la confianza en Jesús, nos pide también: “Haced lo que Él diga”, escucha Su Palabra y llévala a la práctica.
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