Pidamos insistentemente, sin cansarnos. Dios que es Padre bueno nos escucha y no pone en la sintonía de su Corazón. Pedir, orar, rezar requiere tiempo, dedicación y tener tanto arte como la viuda.
La tenacidad logra en muchos casos los propósitos. No está mal ser “pesados” en la oración. Quizá seamos nosotros los primeros destinatarios de la acción de Dios y se transformen nuestros corazones.
¡Recordemos el ejemplo de la viuda durante la semana!
Fernando Cordero ss.cc.