jueves, 7 de julio de 2016

Una noche de insomnio

¡Qué larga, Señor, se hace una noche sin dormir, una noche de insomnio! ¿Será que esas noches tienen más horas de las normales? He tratado de dormir, dando vueltas y vueltas, sin conseguirlo. El caso es que no me dolía nada, nada me preocupaba en concreto. Pero el sueño, había huido de mis pupilas, y era inútil cerrar los ojos, tratar de no pensar en nada, procurar hacer un intento de relajación. Al fin, Señor, he aceptado la situación con paz, con serenidad, pensando en tanta gente que a esa misma hora, en muchos hogares, y en todos los hospitales, habría gente sin poder dormir, aquejados por el dolor, acosados por las dificultades, o velando a un enfermo grave, sentado en una incómoda silla. ¡Cuánto sufrimiento! Sufrimientos que por las noches se agravan, como si las tinieblas tuviesen la culpa de los males.
Me he acordado de las personas, muchas, que no tienen hogar, ni cama blanda, que duermen en el suelo de las calles, bajo un cartón, corriendo mil riesgos. Y me ha dado vergüenza de la queja que empezaba a brotar en mi ánimo por no poder dormir una noche.
Al fin, he dedicado un espacio de tiempo a rezar. Sin pedir nada para mí, que lo tenía todo, menos ganas de dormir. He rezado por los padres que pasan las noches pensando cómo van a dar de comer a sus hijos, porque no hay trabajo, no hay sueldo… y no hay posibilidades de comprar. Y también he rezado, por los jóvenes o no jóvenes, que pasan las noches destruyendo sus vidas con la droga. He rezado por tantos ancianos que se les hace larga la noche, pensando en su soledad. Y por mucha más gente.
Señor, no me importa no haber podido dormir una noche. Ella me ha dado la ocasión de pensar en los demás, de presentártelos con sus carencias y limitaciones. Y todo eso me ha conducido a darte gracias, porque no podía dormir, pero no me faltaba nada de lo que necesito: tengo para comer, asegurado el trabajo, me encuentro acompañado, gozo de una buena salud relativa, y hay mucha gente a quien quiero y me quiere. ¡Gracias, Señor!
Félix González - Corazones en red