Llega
el tiempo de vacaciones, el curso ha terminado. Las convivencias y los encuentros de final de curso son parte de
este mes que hemos finalizado como tiempo de reflexión, de ver todo desde otra perspectiva, de
cambio, de renovación.., de tomar nota para el próximo curso…
Es una
forma de iniciar el proceso de descanso, de vacaciones.
Que no nos olvidemos de Jesús en nuestras vacaciones, y que su gracia y su paz habite en nuestros corazones y se
difunda a través de nuestra vida con quienes estemos y donde estemos pasando
estos meses porque esta Paz es la que llena el corazón de alegría y es medicina
para el descanso y la paz.
Aprovechemos este tiempo de más sosiego, para realizar esa conversión misionera y pastoral de la que nos habla el Papa Francisco, que ni es restauración ni modernización. La conversión misionera y pastoral se realiza cuando volvemos a los orígenes, cuando la orientación de fondo de nuestra vida se pone bajo el signo de la esperanza, cuando el encuentro con el Señor es absoluto y así renovemos nuestra vida de discípulos.
Sintámonos
todos y todas invitados a dar a conocer a Jesucristo, siendo luz y sal de la
tierra, siendo:
1. Cristianos valientes. No tengamos miedo de decir que Dios quiere a
los hombres y que Jesucristo es el único Salvador.
2. Cristianos profundos. Consolidemos nuestras convicciones. Vivamos teniendo la seguridad de que Jesús es verdad y es la Verdad, es camino y es el
Camino, es vida y es la Vida.
3. Cristianos agradecidos y con coraje. Hemos recibido mucho. Además somos miembros
de la Iglesia; con pecadores, pero con muchos santos, ¿quién da más?
4. Cristianos íntegros. No vivamos cobardemente la fe. Debemos dar
razones de la misma, pero teniendo la seguridad de que nadie puede presentar otra
cosa mejor.
5. Cristianos orantes. Recemos mucho más cada
día, a solas, en casa, en la iglesia. Es un buen aconsejo, que
aseguremos la Misa los domingos.
6. Cristianos testigos. Que nuestras palabras estén avaladas por la
vida que hacemos, hagamos el bien que podamos.
7. Cristianos verdad. Para ello hay que tener cada día más vivas
las medidas de Cristo en cada uno de nosotros.
8. Cristianos fundados en el amor y en la bondad de Dios.
Entreguemos la vida desde este fundamento.
9. Cristianos miembros vivos de la Iglesia. Amemos a la Iglesia que nos entregó lo mejor de nuestra vida: la vida de Dios; ella es nuestra familia.
9. Cristianos miembros vivos de la Iglesia. Amemos a la Iglesia que nos entregó lo mejor de nuestra vida: la vida de Dios; ella es nuestra familia.
10. Cristianos con esperanza y llenos de alegría que nos dejamos orientar por la Palabra de
Dios. Dejémonos envolver por el misterio de la Eucaristía, gocemos con el perdón del
Señor y sintamos la fuerza y la belleza de vivir junto a otros como nosotros.
Inspirado en blogs.periodistadigital.com