miércoles, 23 de marzo de 2016

No tengáis miedo a la bondad y la ternura

Seguirte tiene consecuencias, no es fácil.
En el horizonte aparece la cruz. Y, sin embargo, o quizás por ello, es más necesario hoy que nunca creer de verdad que el evangelio merece la pena. No temer la bondad. No asustarse de poner toda la ternura en juego, es una buena propuesta. Es tu propuesta.
¿Cuánto poner en juego? Ni mucho ni poco… todo. Menos que eso no basta. Toda la ternura que uno pueda sembrar en los gestos . Todo el valor para volcarlo en los pasos. Toda la verdad para plasmarla en versos. Todo el furor para mostrarlo en la brega contra lo injusto, contra lo hueco. El corazón entero en la búsqueda y la urgencia toda tras tus huellas. La compasión no puede partirse en migajas, ni la fe se puede celebrar a ratos. Te estremece del todo el dolor del hermano, o no basta. No cabe en el amor el cálculo o la estrategia, sino un salto al vacío radical, definitivo, tras tus huellas, en tu nombre. A tu modo. O no es Amor.

NO TENGÁIS MIEDO

“Iban de camino, subiendo hacia Jerusalén. Jesús iba adelante y ellos se sorprendían; los que seguían iban con miedo. Él reunió otra vez a los Doce y se puso a anunciarles lo que le iba a suceder: (Mc 10,32)”. Me dices que no tenga miedo. Y quiero oírte. Quiero no temer el conflicto, la exigencia, la oposición, la cruz. Aunque no siempre es fácil, porque asusta equivocarse. Optar con demasiada radicalidad. Descubrir, un día, que no tenemos dónde reclinar la cabeza. Asusta dejar de sentirte. Asusta que me pidas demasiado y me desinstales de todas mis seguridades. No quiero temer, Señor.

 

Extraído de pastoral sj