Si quieres aprovechar este «Año de la Misericordia» para
acercarte con confianza al sacramento de la reconciliación, aquí tienes una pequeña ayuda.
Extraído de espiritualidad ignaciana
ME PREPARO Y PIDO. Pongo con confianza mi mirada en Jesús. Ante él solo puedo sentirme comprendido y rodeado de su exagerado amor. Le pido al Espíritu que me ayude a mirar mi vida con ojos lúcidos y amables.
ESCUCHO. Leo y dejo resonar algún texto de la Escritura que me ayude a presentarme sin disfraces ni miedos delante de Dios.
TOMO CONCIENCIA. Hago memoria de lo vivido. Con Dios: ¿es Él lo primero? Con la creación: ¿cuido nuestra casa común? Con los otros: ¿ayudo, me aprovecho, acepto, perdono,...? Y conmigo mismo: ¿cómo me miro, cómo me trato?
CONFIESO. Doy gracias al Padre -con la ayuda del sacerdote- por las cosas bien hechas. Y pongo en sus manos mi debilidad.
ESCUCHO. Leo y dejo resonar algún texto de la Escritura que me ayude a presentarme sin disfraces ni miedos delante de Dios.
TOMO CONCIENCIA. Hago memoria de lo vivido. Con Dios: ¿es Él lo primero? Con la creación: ¿cuido nuestra casa común? Con los otros: ¿ayudo, me aprovecho, acepto, perdono,...? Y conmigo mismo: ¿cómo me miro, cómo me trato?
CONFIESO. Doy gracias al Padre -con la ayuda del sacerdote- por las cosas bien hechas. Y pongo en sus manos mi debilidad.
ACOJO EL PERDÓN Y AGRADEZCO. Experimento la misericordia y la alegría de Dios, que está deseando perdonarme y me abre al futuro.
Extraído de espiritualidad ignaciana