jueves, 5 de noviembre de 2015

5 de noviembre: festividad de Santa Ángela de la Cruz


Ángela Guerrero González, Sor Ángela de la Cruz, Madre de los pobres, nació en Sevilla el 30 de enero de 1846. Hija de padres honrados y pobres. Ambos trabajaban para el convento de los Padres Trinitarios. El padre hacía de cocinero y la madre lavaba, cosía y planchaba la ropa de los frailes.

El padre, hombre aficionado a la lectura de libros piadosos, llevará consigo a la niña, aún pequeña, a los rosarios de la aurora. La madre bondadosa, vivaracha, imaginativa, trabajadora y limpia, tenia a su cuidado un altar de la parroquia, lo cual facilitará a la niña Angelita entrar con frecuencia en la iglesia y postrarse a los pies de la Virgen de la Salud, donde la encontraban de niña rezando de rodillas.

Angelita fue siempre bajita, vivaz y expresiva. A los ocho años hizo su primera comunión. A los nueve fue confirmada. Asistió pocos años a la escuela, como era habitual por aquel entonces entre las niñas pertenecientes a su clase social. Ángela, que crecía en un piadoso ambiente familiar, pronto daría cumplidas pruebas de bondad natural. 

Llegada a la edad de poder trabajar sus padres la colocaron como aprendiz en un taller de zapatería desde los 12 años para contribuir a la economía familiar. La maestra de taller pondrá en contacto a Angelita con el canónigo don José Torres Padilla, que tenía en Sevilla fama de preparar santos. Angelita tenía entonces dieciséis años.

Tres años después pedirá su entrada como lega en el convento de las Carmelitas Descalzas del barrio de Santa Cruz. No la consideraron con la salud y energías físicas suficientes para los trabajos de lega y no la admitieron en el convento.

De 1862 a 1865, Ángela, que asombra por sus virtudes a cuantos la conocen, reparte su jornada entre su casa, el taller, las iglesias donde reza y los hogares pobres que visita.

Por aquel tiempo se declaró la epidemia de cólera en Sevilla y Angelita se entrega generosamente al servicio de los pobres enfermos hacinados en los corrales de vecindad. Ángela se multiplica para poder ayudar a estos hombres, mujeres y niños castigados tan duramente por la miseria. Y en ese mismo año pone en conocimiento de su confesor, el padre Torres, su voluntad de "meterse a monja".

Intentó hacer el postulado en el hospital de las Hijas de la Caridad de Sevilla, pero tuvo que salir del noviciado debido a sus problemas de salud. Más adelante, el 1 de noviembre de 1871, Angelita prometió en un acto privado , a los pies de Cristo en la Cruz, vivir conforme a los consejos evangélicos.

En 1873 tendrá la visión fundamental que le definirá su carisma en la Iglesia: subir a la Cruz, frente a Jesús, del modo más semejante posible a una criatura para ofrecerse víctima por la salvación de sus hermanos los pobres. 

Viendo que no podía ser monja en el convento, se dijo a si misma: "Seré monja en el mundo" e hizo los Votos religiosos. Unos años más tarde, Ángela pone en manos del doctor Torres Padilla unas reflexiones personales en las que se propone, no vivir siguiendo a Jesús con la cruz de su vida, sino vivir permanentemente clavada en ella junto a Jesús.

De ahora en adelante se llamará Ángela de la Cruz.

Durante años fue encontrando el tesoro, que se le descubrirá como la voluntad de Dios, de crear un Instituto de víctimas que se quieran unir a Jesús en la Cruz por la salvación de sus hermanos los pobres. Pensaba en jóvenes, desprendidas de todo lo terreno hasta de ellas mismas, sin nada terreno más que la ropa puesta y ésta de limosna; ocultas y desconocidas y sin ninguna apariencia que las haga especiales; una comunidad de vida extraordinaria por su penitencia, obediencia y mortificación en todo.

"De oración continua a imitación de los ángeles, que bajan del cielo para aliviar a sus hermanos los hombres sólo cuando Dios se lo manda. Silenciosas por las calles, lo único que debería distinguirlas es la modestia, compostura y dulzura con que habían de tratar a todos".

En la casa había de reinar un profundo silencio, con sus paredes blancas y toda muy limpia. En el corredor ningún mueble más que de trecho en trecho un cuadrito sencillo con la estación del Vía Crucis. El ajuar basto y limpio. Todo había de ayudar y convidar a la oración, al desprendimiento de todo, sugerir la limpieza de cuerpo y de espíritu, predicar la pobreza con solo su estilo y el seguimiento de Cristo crucificado. Veía a las Hermanas como ángeles volar con diligencia a la asistencia de los pobres enfermos a domicilio, para evitarles el desconsuelo de verse abandonados, o apartados de la familia, porque no tienen quien se ocupe de ellos.

En invierno de 1873 Ángela formula votos perpetuos fuera del claustro, y por el voto de obediencia queda unida al padre Torres. Pero su mente y su corazón inquietos comienzan a "reinar" en una idea que continuamente le asalta: formar la "Compañía de la Cruz". Obstinada en su empeño el 17 de enero de 1875 comienza a trazar su proyecto, que, como toda obra noble, se verá colmado por el éxito, más ante los ojos de Dios que ante los ojos de los hombres.

A los 85 años de edad, en junio de 1931, se presentaron los primeros síntomas de su última enfermedad. Tuvo una embolia cerebral gravísima. En julio perdió el habla y, después de nueve meses, en la madrugada del día 2 de marzo de 1932, desde su tarima alzó el busto, levantó los brazos hacia el cielo, abrió los ojos, esbozó una dulce sonrisa, suspiró tres veces y se apagó para siempre, cayendo recostada sobre su tarima. Su espíritu ya estaba desde hace tiempo en las manos del señor. 

Sus hijas espirituales han transmitido como testamento sus últimas palabras que habían sido: 

"No ser, no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera......"

Extraído de www.santaangeladelacruz.es