miércoles, 19 de agosto de 2015

Desencuentros

Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡Dios te libre, Señor! No te sucederá tal cosa». El se volvió y le dijo a Pedro: «¡Aléjate de mí, Satanás! Quieres hacerme caer…» (Mt 16, 23)


Luego, es verdad que somos distintos. Que hay un punto de unicidad, de intimidad, de soledad en toda vida. Hasta en las parejas más unidas. Hasta en las historias de amor más recíprocas. Cada quién necesita sus espacios. A veces duele ese no poder poseer a los otros, ese no poder aferrarlos. A veces parece que se rompen los puentes que unen nuestras orillas: una bronca, una mala palabra, alguien que te falla –o a quien fallas… La vida es, en todo caso, una interesante escuela para no convertir las distancias en abismos insalvables. Y la fe ayuda a volver a abrir los brazos.

¿Hay puentes rotos en tu historia?
¿Hay desencuentros? ¿Qué has aprendido en ellos?


pastoralsj.org