viernes, 22 de mayo de 2015

Ser testigos

«Mi mensaje y mi proclamación no se apoyaban en palabras sabias y persuasivas, sino en la demostración del poder del Espíritu» (1Cor 2, 4)
La acción del espíritu de Dios en las personas es convertirnos en testigos. Porque de lo que te apasiona, te seduce, te motiva y te convence es difícil callar. Uno quiere gritar al mundo la verdad que intuye, sobre todo cuando es una buena noticia. De esto se trata. Pentecostés fue el escenario en el que los apóstoles pasaron de ser un grupo de hombres asustados y escondidos, a convertirse en testigos valientes de la vida de Jesús. Tan creíbles, que aún hoy estamos muchos siguiendo sus huellas.


Señor, envíanos tu espíritu, que se convierta en nosotros en palabra que convenza, que seduzca, que entusiasme.
¿De qué habla tu vida?

Extraído de pastoralsj.org