jueves, 9 de abril de 2015

El buen samaritano, actualizado

Había una vez un Profeta, famoso y respetado, que no se cansaba de repetir en las plazas públicas: “¡Otro mundo más justo y humano es posible!".

Un día un grupo de gobernantes y poderosos, que se creían que lo sabían todo, para ponerle en inferioridad y en ridículo le preguntaron:

-   Profeta, ¿qué tenemos que hacer para conseguir eso que dices?

Él contestó: “¿Qué está escrito en el primer artículo de la Declaración de los Derechos Humanos?”

Ellos dijeron: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.

Y el profeta les dijo que habían contestado bien, que eso era lo que debían procurar.

Como no habían conseguido lo que querían le siguieron preguntando: “ Si, si, pero ¿eso cómo se concreta?

Entonces el Profeta les contó una historia:

“Un grupo de ciudadanos iban paseando tranquilamente por una avenida de la gran ciudad, cuando de pronto una banda organizada de ladrones nacionales e internacionales les asaltaron para robarles lo que tenían encima.

A unos les quitaron el trabajo.

A otros las llaves de casa para desahuciarles.

A otros les cambiaron su dinero por unas cosas que llamaron “preferentes”.

A otros les robaron la tarjeta sanitaria y a otros se la recortaron para estropeársela.

A otros les quitaron la luz.
  
Y a los que eran más dependientes, les quitaron el dinero que tenían por derecho para ser cuidados por su enfermedad y vivir con dignidad.

Y los golpes fueron tan fuertes que los ciudadanos asaltados quedaron tirados, sin dignidad y derechos, por los bordes de las aceras.

Y al poco pasó por allí un grupo de gente con mucha prisa pues iban a un nuevo Gran Centro Comercial y de Ocio recientemente inaugurado que tenía unas ofertas estupendas. Como tenían tanta prisa no se podían parar y pasaron de largo.

Al poco pasaron otros que iban tan ensimismados con sus auriculares y los teléfonos móviles poniendo WApps, que la mayoría ni les vieron a los que estaban allí tirados y los que se fijaron les grabaron e hicieron fotos para colgarlas como curiosidad en la red.

También pasó otro grupo que al verlos así, heridos, se enfadaron mucho y empezaron a hablar de lo mal que estaba todo, de la inseguridad que había, que vaya cuadrillas de malhechores que había en el país, que a ver quién tenía la culpa….y así sin parar de lamentarse y discutir entre ellos, se fueron alejando del lugar llevándose sus palabras.

El tiempo pasaba y nadie socorría a aquellos pobres ciudadanos asaltados. Es que además de ser víctimas de los ladrones, también lo eran de la indiferencia de sus conciudadanos.

Finalmente, sus familiares que estaban preocupados al no tener noticias de ellos, llegaron al lugar, los recogieron con sumo cuidado y los acogieron en sus casas para ayudarles compartiendo techo, comida, ánimo, calor humano y dinero de sus cortas pensiones, o salarios, o ahorros.

Y al día siguiente fueron a las organizaciones sociales para que les ayudaran en sus necesidades básicas y les orientaran y apoyaran para recuperar los derechos y la dignidad que les habían robado”.

Y entonces el Profeta preguntó a sus interlocutores: “¿Quién cumplió el primer principio de la DUDH’s?”

Respondieron: “Muy fácil, los familiares y conocidos y las organizaciones sociales pues no mostraron indiferencia y les atendieron”.

Y entonces el Profeta dijo a los gobernantes y poderosos y a todos los que estaban allí oyendo:

“Pues id y haced lo mismo junto con ellos y todos juntos podréis hacer un mundo más justo y humano. Y sabed que donde está la fraternidad, allí se puede tocar a un Dios cercano y no a un dios de papel de timbre”

Nota: En esta historia, cualquier parecido con la realidad es pura ”realidad”.


Extraído de www.ixcis.org