jueves, 1 de enero de 2015

Comentario homilético 1º Enero


 
Para este primer día del año: BENDICIÓN Y PAZ es el deseo que tenemos todos los creyentes y no creyentes que queremos edificar una humanidad más auténtica y profunda.
Por iniciativa del papa Pablo VI, celebramos la Jornada Mundial de la paz. Es un día para hacer fiesta, gozar con la familia y los amigos y desear lo mejor para el resto de los seres humanos: Que vivamos en paz.
En el libro de los Números está expresada bellamente el texto de la bendición. Se trata de “un hablar bien de los demás” como Dios habla bien de cada uno de nosotros. Bendición y protección, luz y favor, mirada amorosa y paz, expresiones que reflejan el don de Dios para nosotros.
También este día (octavo del nacimiento de Jesús) está dedicado a venerar a Santa María, la Madre de Dios. Es la fiesta titular de nuestra parroquia. Damos todos gracias a Dios y lo festejamos.
También el evangelio que hoy leemos nos recuerda que a los ocho días de su nacimiento, Jesús fue circuncidado. Con aquel rito, Jesús se incorporaba al pueblo de la Ley y de la Alianza con Yahvé. Con ese nombre, el autor del evangelio señala que simboliza que “Dios salva”. Lucas, quiere manifestar que ya desde la infancia, en Jesús, se manifestaba la presencia de Dios que quiere salvar a la humanidad, como luego hará Jesús en su vida de mayor.
El texto contiene una consecuencia de la encarnación de Dios en Jesús: su kénosis divina. Su madre, como humana que es, sencillamente lo único que puede hacer es “abrirse” al misterio, a la realidad absoluta de Dios, aún sin comprenderlo.
Marcelino Sánchez sj