sábado, 20 de diciembre de 2014

Comentario Homilético Domingo 4º Adviento ciclo B


En este cuarto domingo de adviento tenemos el texto del Evangelio de Lucas llamado de la Anunciación o Encarnación.
Primero enmarcamos el relato en sus contextos:
Geográficamente la escena se sitúa en Nazaret, pequeño pueblo de Galilea. Hoy hay en el lugar, según la tradición una basílica donde acuden peregrinos para ver el lugar hipotético.
Literariamente el relato está enmarcado en los textos de la infancia de Jesús de Lucas. Se trata de un relato “midrásico” (género literario hebraico) para expresar un mensaje teológico. Lucas utiliza la escenificación literaria de “anunciación”. Hay otras en el antiguo testamento: Las de Samuel y de Sansón. El propio Lucas ha utilizado otra representación escénica para la concepción del Bautista. Su objetivo es transmitir al creyente la realidad de una intervención de Dios en la historia humana. No se trata de un relato histórico al estilo moderno. Y en la literatura helenística también hay relatos míticos de historias de personajes famosos en los cuales interviene la divinidad ( vg, el caso de César Augusto).
También es importante subrayar el pensamiento antropológico y filosófico helenista: Que según Aristóteles el ser humano se genera por la semilla del varón en la mujer que actúa pasivamente en su vientre (útero).
Para nuestra reflexión espiritual entresacamos los siguientes puntos:
1º punto: María experimenta una llamada de Dios en forma de mensaje, que literalmente significa “ángel”.
2º punto: Esta llamada de Dios que irrumpe en medio de la vida diaria es de alegría y de plenitud.
3º punto: El contenido del mensaje es una buena noticia de maternidad.
4º punto: Que como siempre en la vida hay interrogantes en la fe: María se pregunta ¿cómo actúa o actuará Dios?
5º punto: Dios actúa siempre con su Espíritu, a través nuestra, a través de nuestro Sí.
6º punto: Aunque María se siente frágil y no entiende bien, ella confía y cree.
7º punto: Lo que sucedió a María nos sucede a nosotros si nos decidimos como ella en los caminos de la fe, de la libertad, de la alegría, del Sí.
Es decir, en la escena de la anunciación o encarnación (según consideremos) meditamos cómo una mujer es alcanzada por el Espíritu como regalo del mismo Dios, que le pide una colaboración suya. Así fue María de Nazaret.

Marcelino Sánchez sj