Este
evangelio de Mateo está situado después de la entrada de Jesús en
Jerusalén y por tanto en contexto de la oposición de las
autoridades religiosas judías a las opiniones religiosas de Jesús y
su deseo de acabar con él. Dichas personas no comprenden la
predicación de Jesús sobre Yahvé y su reinado.
Jesús
ha predicado a un Dios Padre misericordioso y los sacerdotes tienen
en mente a un Dios juez y autoritario.
Hay
en el comentario (moraleja) sobre la parábola, en el propio texto,
una acusación muy grave a los sacerdotes del Templo en la referencia
a "los publicanos y prostitutas", que es una alusión "de
mal gusto" diríamos en nuestros debates civilizados aunque sean
discrepantes.
La
parábola pretende por una parte mostrar la realidad humana, que es
complicada y difícil y de otra, que lo importante, al final de todo
proceso humano es la praxis a la que se llega.
Es
decir que Jesús invita, con un ejemplo que remueve a la sociedad
bienintencionada, que no basta en la relación con Dios, el "bien
pensar" sino el "buen actuar".
Jesús
pone en evidencia a los que se creen buenos religiosos ante sí
mismos y la sociedad pero que Dios no los justifica.
Una
moraleja sería:
La
ortodoxia no basta si no conduce a la ortopraxis, y de ésta se
deduce la otra.
Otra
moraleja:
En
la vida real se pone evidencia la autenticidad de la fe.