
Y mi cruz de cada día, la que tengo que coger para seguirle, no es un
leño de madera. Mi cruz es el dolor de la enfermedad, las injusticias
que sufro, el cansancio en el trabajo, el dolor que me supone luchar
contra la pereza, el esfuerzo por ser generoso -porque me cuesta dar mis
cosas-. Mi Cruz es trabajar bien cuando no me apetece. Y saber pisotearme y obedecer cuando no quiero, y...
Mi cruz es el DOLOR QUE SUPONE A VECES ACTUAR DE ACUERDO CON EL AMAR A
DIOS, CON EL AMAR A LOS DEMÁS y CON EL AMARME BIEN A
Mí MISMO ¿para perfeccionarme y no destruirme?.
Durante esta cuaresma, Señor, quiero coger mi cruz de cada día porque quiero seguirte. ¡Que sea generoso!
Extraído de Reflejos de luz