En este inicio de la Cuaresma siempre resuenan en nosotros las palabras que
escuchamos durante la imposición de la ceniza: “Conviértete y cree en el
evangelio”. Una invitación que nos recuerda que nuestra vida puede aspirar a
más. Que mi seguimiento de Jesús todavía puede tocar aspectos de mi vida
en los que no le dejo entrar. Que creer en el evangelio no es sólo un
acto de la razón, sino que toca mi corazón, mis manos y mis pies para
ponerme en acción. Por eso pido aprender a releer esta invitación que se
me hace todos los miércoles de ceniza y sentir cómo hoy Dios me dice:
Saca lo mejor de ti y arriesga por el evangelio.
Dios
que me conoce en lo más profundo sabe todo lo que puedo ofrecer y
lo que puedo llegar a ser. Aprender a
fiarme de Él es ir siendo consciente de todo a lo que mi vida
está llamada. Dios está esperando que lo mejor de
mí salga a la luz para ofrecérselo al mundo. Que el
evangelio se concrete en el mundo depende de que todos
pongamos lo mejor de nosotros mismos al servicio del Reino. Que los
miedos no venzan a los deseos y los
sueños. Que surja en mí ese impulso a arriesgar por aquello
que de verdad me importa.