Que vea reír al desheredado,
con risa alegre y renacida
Que vea encenderse la ilusión
en los ojos apagados
de quien un día olvidó soñar y creer.
Que vea los brazos que,
ocultos, pero infatigables,
construyen milagros de amor, de paz, de futuro.
Que vea oportunidad y llamada,
donde a veces sólo hay bruma.
Que vea cómo la dignidad recuperada,
cierra los infiernos del mundo.
Que en otro vea a mi hermano,
en el espejo, un apóstol
y en mi interior te vislumbre.
Porque no quiero andar ciego,
perdido de tu presencia,
distraído por la nada…
equivocando mis pasos
hacia lugares sin Vos.
Señor, que vea…
… que vea tu rostro en cada esquina. Amén.
José M. R. Olaizola
Extraído de reflejos de luz